John McCain/ El segundo siglo nuestro

AutorJohn McCain*

WASHINGTON.- En un mundo que ha cambiado de manera extraordinaria y en la aurora del próximo siglo americano, los intereses estratégicos centrales de Estados Unidos, así como nuestros ideales fundacionales, siguen siendo los mismos de siempre: proteger a nuestra patria y a nuestro hemisferio de las amenazas externas, impedir la dominación de Europa por parte de una sola potencia, fortalecer nuestras alianzas, asegurar el acceso a los recursos energéticos y sostener la estabilidad en la región del Pacífico.

Hoy en día, las amenazas más inmediatas son potencialmente menos catastróficas que las de la Guerra Fría. Pero el daño para nuestros intereses e ideales es, razonablemente, más inminente y más probable en su realización que, en aquella época, el de un ataque en masa con misiles balísticos intercontinentales. Los odios étnicos y religiosos, las expresiones violentas de nacionalismo, la proliferación de armas de destrucción masiva y de los medios para distribuirlas y el terrorismo internacional constituyen el claro peligro actual.

El liderazgo de Estados Unidos en la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) durante la Guerra Fría constituyó todo un éxito. En muchos aspectos fue un logro más difícil que mantener la solidez de las alianzas durante una guerra caliente. Y mantenerla ahora, al paso que la OTAN crece y se adapta a las nuevas y sólo parcialmente percibidas amenazas, será sin duda un desafío todavía mayor.

A medida que consolidamos la reciente expansión de la OTAN y miramos hacia adelante para admitir nuevos miembros a fin de avanzar en sus propósitos y de proteger los intereses de la alianza, debemos asegurar que los demás miembros de la organización se hagan cargo de un justo porcentaje de los costos y cargas.

Lo mismo es cierto en Asia del Este, donde nuestras relaciones con Japón, Corea del Sur y otros países son fundamentales para la estabilidad de la región. En el caso de Japón, tanto Washington como Tokio necesitan prestar más atención a los aspectos estratégicos de su especial relación.

Todos deberíamos trabajar por un día en el que Rusia sea pacífica, próspera y libre. Pero una Rusia así no existe aún y negar que ésta es la situación actual no hará que nuestras esperanzas se hagan realidad. Al pueblo de Rusia muchos de sus dirigentes le aseguran que la democracia y el libre mercado han causado la caída del país en el caos. Nada está más lejos de la verdad...

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