Jesús Silva-Herzog Márquez / ¿Cambio de eje?

AutorJesús Silva-Herzog Márquez

La semana pasada leí un artículo publicado por estos mismos rumbos del periódico que lanzaba con enjundia una crítica a los dichos del Presidente Calderón. El efusivo que perpetraba aquel artículo se concentraba en la oratoria presidencial como si el trabajo de un gobernante fuera pronunciar discursos para la aprobación de los opinadores. Un adjetivo le parecía desmedido aquí, en otro lado le horrorizaba una metáfora, un elogio regalado por allá despertaba su indignación.

No me interesa aquí concentrarme en el fundamento de aquella crítica, lo que quisiera tocar es la tendencia en los círculos de opinión -particularmente en ese espacio que comento- a confundir la política con su discurso. Lo que, al parecer, le importaba a ese redactor era lo dicho, no lo hecho. La crítica política como la hija tonta de la crítica literaria.

Lo más notable en esa diatriba es que justamente subordinaba el análisis de la acción a la censura de la dicción. En un evento, el Presidente anunciaba un programa para evaluar a los maestros y el articulista optaba por comentar el discurso dicho en la ceremonia y no la resolución anunciada. Lo que cuenta, desde luego, no es lo que se dijo aquel día, sino lo que se acordó. Y creo que lo que se pactó es más importante de lo que se ha reconocido en estos días.

Los firmantes del acuerdo lo celebran, naturalmente. El propio documento se elogia y se describe como un acuerdo "histórico, trascendente y" -por si fuera poco- "de extraordinaria relevancia". Su impacto sólo se podrá medir en el futuro, pero creo que no debe regateársele mérito. El par de acuerdos recientes que la SEP y el sindicato de maestros han firmado son importantes y creo que van en la dirección correcta para mejorar la educación en México. Lo digo porque modifican el horizonte de estímulos de los maestros.

Un acuerdo cambia las escaleras de la carrera magisterial, el otro establece un mecanismo de evaluación universal a los maestros. Vale la pena detenerse a valorar lo pactado, a ponderar sus méritos y apreciar los retos que tiene por delante. El núcleo del cambio es atinado porque desplaza el centro de atención al desempeño de los niños. Si algo era importante cambiar era justamente ese foco. El régimen político de la educación en México puso a los niños en el último lugar: importaban los apoyos al poder, los intereses del sindicato, la legitimación de un sistema, la estabilidad. Estas medidas empiezan a cambiar de imán. La recompensa al maestro depende...

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