Jesús Silva-Herzog Márquez / Hacia junio

AutorJesús Silva-Herzog Márquez

No hay elección que se anuncie como rutina. Cada elección se presenta como si fuera única, excepcional, extraordinaria. Los candidatos y los comentaristas suelen vestirla en cada ocasión como la elección que definirá el destino de las próximas generaciones. En toda campaña escuchamos que se nos dice: "Estas son las elecciones más importantes de los últimos tiempos". Pero hay elecciones en que eso sí es cierto. Hay ocasiones en que la advertencia no refleja la acostumbrada desmesura de la temporada sino el sentido profundo del voto. Hay elecciones en las que, en efecto, se juega mucho más de lo que formalmente está en disputa. La elección intermedia de este año decidirá, en buena medida, la subsistencia de los equilibrios democráticos.

Se trata de una elección extraordinaria por muchos motivos. Es la elección más grande de la historia. Nunca antes se habían decidido tantos cargos como los que se renovarán en esta elección. Puede terminar siendo la elección más sangrienta de nuestra historia. Antes, incluso de que empezaran formalmente las campañas, el crimen había decidido por los partidos y por los electores. La violencia interviene en las elecciones impidiendo que sean los ciudadanos quienes decidan, con libertad, quién ha de representarlos.

Pero más allá de esto, lo más llamativo del proceso de este año es que vuelve a estar en entredicho el orden institucional y la solvencia de los jugadores.

El INE y su antecesor siempre han recibido presiones desde todos lados. Han enfrentado presiones en los medios, intimidaciones de los actores políticos, amenazas de juicios y destituciones. Será la naturaleza del árbitro el recibir la chifliza de quienes son afectados por sus intervenciones. Pero la embestida de hoy es distinta. Nunca el gobierno de la República y sus aliados habían hostigado tan abiertamente a la autoridad electoral. Nunca un partido en el gobierno había amenazado con boicotear una elección si el órgano electoral no se ajusta a sus exigencias. Ese es el ultimátum que abiertamente se lanza ahora: si el INE no restituye la candidatura de Félix Salgado Macedonio, el partido del gobierno impedirá la celebración de las elecciones. En la deslegitimación del órgano electoral se han empeñado el presidente de la República, su secretaria de Gobernación, el presidente del partido gubernamental y los aliados empresariales y...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR