Jesús Silva-Herzog Márquez / Escribir con tijeras

AutorJesús Silva-Herzog Márquez

La historia se escribe con tijeras. No es un tejido de múltiples versiones, una memoria rica en contradicciones y misterios sino un enfrentamiento entre dos sujetos morales.

La historia es un relato edificante, una sencilla lección cívica, un cuento de clara moraleja. No podría ser de otra manera si se trata de una lucha de los buenos contra los malos. El enfrentamiento de los patriotas contra los traidores.

Así parece decírnoslo un Presidente obsesionado con el pasado. Todos los días presenta un capítulo de esa historia de estampitas en la que cree fervorosamente.

En la historia no encuentra ejemplo de una fascinante complejidad, sino de esa simpleza que alimenta su juicio político.

Nada de claroscuros. Los héroes son saludables y rozagantes; son honestos y bondadosos. Los villanos son monstruos viles y deformes.

Los liberales podrán cambiar de nombre y de escenario, pero no de causa. Los conservadores estarán atrapados por siempre en su maldición: conspirar sin éxito contra la patria.

Si alguien ha tomado los murales de Diego Rivera en Palacio Nacional como si fueran una auténtica lección de historia ha sido es precisamente quien hoy despacha ahí.

De esa historia de bronce proviene la convicción de que el tiempo puede cortarse a voluntad. Con una navaja puede separarse el hoy de todos los días precedentes. En un instante se pasa de una era a otra.

Se puede por eso romper definitivamente con todas las herencias del pasado e iniciar, como en una hoja en blanco, el nuevo capítulo de la nación.

Esa ilusión de la cisura expresa una idolatría de la política. Imaginar al poder como una fuerza capaz de romper el tiempo.

Terminar súbitamente los hábitos, fundar con fresquísimos materiales, la nueva arquitectura de la nación. Proclamar el primer día.

Así se decretó recientemente. El Presidente de la República declaró, con toda solemnidad, la abolición definitiva del neoliberalismo. Tras la abolición de tan perverso credo, el auditorio se entregó a los aplausos.

Se pensará que, tal como Hidalgo abolió la esclavitud, López Obrador termina con la servidumbre del presente.

A decir verdad, la anulación no parece muy convincente si advertimos que las columnas fundamentales del neoliberalismo se mantienen intocadas y aún apreciadas como sustento de la estabilidad del nuevo Gobierno.

Si el neoliberalismo concretó dos reformas cruciales durante su reinado, la primera sería la autonomía del banco central y la segunda el acuerdo comercial de Norteamérica.

No...

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