Jesús Silva-Herzog Márquez / Nueva política

AutorJesús Silva-Herzog Márquez

Es una nueva política. Hemos hablado mucho de los números del cambio. La cantidad de votos, los porcentajes, los asientos del Congreso, la recomposición del mapa nacional.

Todo eso importa, por supuesto, e importa mucho. Es la base institucional de un poder que ha nacido sin antagonistas.

Es la primera vez en nuestra historia en que tenemos a un Presidente democráticamente legítimo e imponente. La negociación con las oposiciones ha dejado de ser necesaria.

Si la nueva coalición mayoritaria actúa coordinadamente, podrá hacer, rehacer y deshacer las leyes que le dé la gana. Podrá rearmar, a su gusto, las instituciones autónomas. Podrá, con un mínimo esfuerzo, cambiar la Constitución.

Pero, tal vez, lo más relevante del cambio está en otro lado. No en el ámbito formal de las instituciones sino en el modo de entender y ejercer el poder. En los hilos de la persuasión y en los calderos de la movilización política.

Si estamos frente a una nueva política no es porque las viejas instituciones hospeden ahora a una nueva clase gobernante.

Es que ese grupo entiende de manera radicalmente distinta la mecánica del poder, el sentido de la representación, el sitio del conflicto y los atributos del liderazgo.

Ocupar las instituciones es apenas una forma (y, por cierto, no la más relevante) de ejercer el poder.

Es cierto que la "parafernalia del poder" le incomoda al Presidente López Obrador. Lo constatamos nuevamente este sábado: hablar en la plaza pública le es infinitamente más grato que hablar desde la tribuna del Congreso, así sea un Congreso cuya mayoría le es, no sólo afín, sino devota.

La sospecha del orden institucional lo ha acompañado siempre. No ha desaparecido. Si desconfía de las instituciones es porque las ve como corruptoras de la voluntad del pueblo. La voz auténtica del pueblo es la que responde a su llamado.

Por eso se anuncia, como en tiempos del cardenismo, una intensa política de movilizaciones. Convocar, desde el poder, al respaldo del poder. Mostrar músculo en el espacio público para aviso de los opositores.

La política de López Obrador no tiene como propósito la rotativa del Diario Oficial.

La imagen que tiene del cambio histórico, ese sueño de gloria que lo anima supone una activación de lo popular. Es poner en movimiento una militancia del entusiasmo. En la formación de las lealtades se medirá, en buena medida, su éxito.

No hay fervor político sin antagonismos. La nueva política es, a todas luces, una política de enemistad. Es una...

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