Jesús Silva-Herzog Márquez / El PRI como pararrayos

AutorJesús Silva-Herzog Márquez

A nadie le extraña la hostilidad con la que el Gobierno priista ha reaccionado a la causa anticorrupción. Es natural: se siente amenazado.

En el 2012 no regresó cualquier PRI a Los Pinos. Llegó a la Presidencia el PRI del Estado de México, se impuso la escuela política de Carlos Hank González.

El discurso con el que se presentó fue, por supuesto, el de modernización. Había que reformar con eficacia las leyes que nos ataban al pasado. Su entendimiento de la política, sin embargo, es el más arcaico: la política al servicio del negocio (personal).

De ahí que la lucha contra la corrupción sea para este Gobierno, simulación. La "Casa Blanca" es el mejor ejemplo de su política. Lo es no solamente por lo que se hizo, sino por la forma en que se encubrió lo que se hizo.

El Presidente Peña Nieto pudo nombrar a un amigo suyo, a un miembro de su propio partido, para que lo investigara, instruyéndolo públicamente a que lo exonerara. Así de grotesco fue.

Para encarar la crisis de confianza, el Presidente mostró sus reflejos: ordenarle alabanza a un dependiente. El funcionario cumplió ejemplarmente la encomienda. Mi jefe, le dijo a la nación, no ha cometido falta alguna.

Ante la indignación por el beneficio que recibió de un contratista al servicio de su Gobierno, el Gobierno no pudo más que fingir una pesquisa y, al hacerlo, terminó de pervertir las precarias instituciones que velan por la probidad del servicio público.

Por eso resulta risible cualquier declaración del Gobierno peñista a favor de la transparencia, la rendición de cuentas y la lucha contra la corrupción. Se trata, visiblemente, del enemigo de las iniciativas que pueden construir un Sistema Nacional Anticorrupción.

Lo es por su incapacidad de definir una posición clara frente a las iniciativas que se discuten en el Senado, por la improvisación con la que actúa en las sesiones legislativas, por su empeño en posponer la decisión.

Transparentar ingresos, recursos y vínculos económicos parece inaceptable para este Gobierno. Constituir instituciones autónomas y con poder de investigación y de castigo es, para los atlacomulcos, un riesgo demasiado alto.

Lo que he dicho es, desde luego, una obviedad. Quiero decir otra cosa: esa actitud abiertamente opuesta a la rendición de cuentas es servicio a sus oposiciones, tan enredadas en la corrupción como el priismo. Los priistas dan en público la batalla que sus...

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