El Jefe ya no despacha

AutorMaría Elena Sánchez y Luis Alegre

EL NORTE/Coahuila

SALTILLO.- ¿Puede un interno tener un caballo purasangre, exportar desde su celda cinturones piteados y controlar vida y obra del resto de sus compañeros? Por supuesto que sí, podría decir Martín Gallardo Borjón.

El Cereso de Torreón tenía mil 93 internos y a Martín Gallardo. El era el jefe y su palabra era la ley en un penal, que desde que fue inaugurado -hace 20 años-, era gobernado por los reos. Gallardo fue el último "presidente" de la "mesa directiva del Comité de Internos". La Policía Federal Preventiva disolvió en 7 minutos esta peculiar e ilegal forma de autogobierno. En 7 minutos, el tiempo que se tardaron los efectivos de la Federal en tomar el control del penal, se terminó su imperio.

Gallardo, sentenciado a diez años de cárcel por traficar droga, llevaba la mitad de su condena. Como líder de los internos decidía todo: el reparto de alimentos, los costos de la vida interna, la prostitución de las reclusas y hasta dónde le tocaba vivir a cada quien.

De hecho, el penal tenía serios problemas de acomodo. Con capacidad para 700 internos, el Cereso de Torreón albergaba a más de mil internos. Mientras que un grupo de internos vivía en chozas de cartón, Gallardo tenía para sí la llamada "Casa Blanca", un conjunto de 12 compartimientos, donde el llamado Jefe vivía con tres hijas y su mujer, así como sus allegados. Su séquito lo componían poco más de una veintena...

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