Javier Livas / Veintidós enfermedades

AutorJavier Livas

Prohibido criticar. Prohibido opinar. Prohibido contradecir. Prohibido sugerir. El jefe nunca se equivoca. Son las reglas que desgraciadamente siguen vigentes en la gran mayoría de las empresas mexicanas y en casi todas las esferas del Gobierno.

México está enfermo. México está incapacitado. México va cayendo, cada vez más débil y atrasado. Son las reglas tontas las que lo están matando. Pudiendo ser grandes y fuertes, somos pequeños e inseguros.

El tamaño de la oportunidad es gigante. El problema es el "si" condicional: si hiciéramos, si repensáramos, si cambiáramos, si despertáramos. Si viéramos lo que está pasando en el mundo. Si fuéramos cuando menos buenos para copiar. Si, si, si. Puros "si" que no suceden.

Gobiernos van, Gobiernos vienen. Ponemos todo en manos de un jefe que por bueno que sea jamás llegará al diagnóstico correcto porque está rodeado de docenas de personas que creen que esta vez será diferente y que empoderándolo a él todo se resolverá.

Las pirámides de autoridad se están muriendo a gran velocidad en todo el mundo, pero en México parece que se fortalecen. Entre más emproblemados, más se apuesta al jefe mandón.

La solución orgánica es la respuesta. No quiere decir que las empresas o el Gobierno sean entes vivientes, sino que una organización no tiene por qué seguir un modelo autoritario. Hay que crear estructuras fractales. Hay que rediseñar con otras bases, modernas, de avanzada.

Mi amigo, el consultor organizacional Patrick Hoverstadt, en Inglaterra va en la punta del conocimiento sobre organizaciones enfermas. Él y su equipo de colaboradores e investigadores identifican 22 enfermedades que aquejan a las organizaciones.

No las voy a describir por falta de espacio. Sin embargo, debo plantear lo básico. Una organización no sufre polio o sarampión. Cuando se enferma es porque fallan las líneas de comunicación que conectan las funciones básicas que generan valor.

En México, todos los canales de comunicación entre las partes vitales están azolvados. No transmiten nada, nadie sabe, nadie responde. Los canales de control están en la ruina. Ahí tenemos como prueba una edificación que se cae y mata a siete personas y hiere a muchas más.

Hay líneas de comunicación al interior de los órganos...

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