Javier Livas / Inconcebible

AutorJavier Livas

Indignación y vergüenza a un grado superlativo, nunca visto, ha provocado el hecho que ya da la vuelta al mundo como una noticia muy perturbadora.

Las fuerzas del orden mexicanas se acobardan ante la presión de los delincuentes y les entrega al líder capturado "por error".

En México, la delincuencia tiene la última palabra, y el Presidente lo acepta.

En la versión oficial, la reversa fue producto de la prudencia. Se trataba de evitar el derramamiento de sangre ante una fuerza armada más numerosa que la de la ley. La población de Culiacán, cabe aclarar, ya estaba en pánico total ante la tremenda balacera que se había armado.

Nuestra preocupación y justa indignación se centra en la falla evidente de nuestro Gobierno federal y su incapacidad para rectificar una equivocada política en cómo responder a la delincuencia organizada.

Peor aún, cuando el Presidente se atiene a la presión familiar para acabar con la delincuencia algo está terriblemente mal en su capacidad de raciocinio.

Otra falla del tamaño de un hoyo negro es el hecho de enterarnos que la captura del junior delincuente fue por accidente. Las implicaciones son escalofriantes. Repasémoslas.

El poder desplegado por el joven heredero mostró que es el mero mero del cártel más poderoso del País. Y, sin embargo, las autoridades no lo buscaban. ¿Acaso está arreglado con ellas?

Y si lo buscaban, ¿no habían medido la fuerza que podían desplegar? ¿Qué nos dice esto de las labores de inteligencia del Gobierno? Que están en la calle de la amargura, reducidas a una nada que colinda con el ridículo total.

Cuando se lo topan por accidente, el joven amenazado pudo convocar a sus fuerzas protectoras con mayor rapidez que el Estado mexicano a las suyas. Entonces ¿qué hace la presencia del Ejército en Culiacán? Aparentan vigilar, pero hasta allí.

La conclusión inevitable es que al Gobierno no le interesa capturar a los delincuentes de alto calado. Mucho menos le interesa o está dispuesto a confrontarse. Ésta es la política oficial.

El precedente que se ha establecido es de una gravedad inconcebible. Es dar un premio a la violencia extrema. Es auspiciar que los delincuentes se preparen para similares...

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