Javier Livas / Ciencia huérfana

AutorJavier Livas

Justamente después de que Carlos Gershenson recomendó en un editorial que el Gobierno mexicano aplicara ciencia moderna a los problemas del País, Alfonso Romo anunció que no habría dinero oficial para investigación científica, que eso correría a cargo de la iniciativa privada.

Gershenson, editorialista de Grupo REFORMA, es uno de los matemáticos y cibernetistas más capaces de nuestro País. Romo, el brazo derecho de Andrés en materia de política industrial y comercial. Andrés, un señor que no conoce lo que ambos podrían lograr si simplemente los habilitara debidamente para modernizar a México.

Puedo entender que el Gobierno no tenga dinero para investigar en materia científica, pero no puedo entender que no aplique la ciencia disponible para enfrentar los muchos problemas y, sobre todo, la complejidad que adquieren por su alta interdependencia entre unos y otros.

Cuando el profesor y también cibernetista Stafford Beer hizo un diagnóstico de nuestro País a fines de 1983, sus palabras impactaron a miles, pero quizá no a los hombres del poder.

Basado en su experiencia internacional, dijo fulminante: "México está diseñado para producir corrupción". Se apoyaba en una sabia frase de su cuño: "El propósito de un sistema es lo que el sistema hace". Cambiando el diseño se cura el mal.

Desde antes de Beer, y después, México siguió produciendo corrupción al por mayor. Las transas electorales del sindicato petrolero en los 80 se repitieron en la elección de 2000 con Rogelio Montemayor Seguy en Pemex (el "Pemexgate"). Nadie lo puede negar.

Hoy Andrés manifiesta que la corrupción en el Gobierno federal se terminó. Suponiendo sin conceder que eso fuera cierto, habría que regresar a la frase de Beer para preguntar: ¿Y qué produce el sistema-México ahora? Nada. Absolutamente nada. Está paralizado.

Quizá ya no haya corrupción -cosa que dudo-, pero tampoco hay crecimiento. Andrés no es el corrupto Peña, cierto, pero el Gobierno de Andrés está asfixiando a las empresas y matando las nuevas inversiones. Este gran pecado puede ser más grave que los de Peña.

Matar empresas es el propósito del "sistema-AMLO" porque ése es el resultado que produce con sus "ideotas", su simplismo, sus ocurrencias y su rifa con pase de charola.

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