Javier Livas/ Domicilio conocido

AutorJavier Livas

El gobierno de los Estados Unidos ha combinado diversas tecnologías para darles un efecto multiplicativo impresionante. En la actual guerra con Iraq ha mostrado al mundo que su nueva tecnología de guerra los eleva a un nivel de dioses todopoderosos, con poder de vida y muerte sobre cualquier persona sobre la Tierra. Le llaman "Shock and Awe" (conmoción y asombro) a su estrategia.

En la anterior guerra contra Iraq, los estadounidenses mostraron al mundo las bombas guiadas por láser. Un soldado con un láser iluminaba el objetivo y la bomba arrojada por un avión se dirigía automáticamente hacia ese punto reflejante con gran precisión.

En aquella guerra también, otras bombas fueron guiadas a control remoto por una cámara de televisión instalada en la nariz de la bomba.

Era tal la precisión, que llegaron a poder meter las bombas por una chimenea, pero en ambos casos, se requería algo de visibilidad para poder iluminar el blanco o ver el edificio que se quería destruir.

En esta ocasión, Bagdad fue cubierta con cortinas de espeso humo negro. Pero de nada les ha servido, porque los estadounidenses ya superaron la tecnología de la guerra pasada y no necesita "ver para creer". Tienen fe en su tecnología.

Estados Unidos tiene, en sus manos, una capacidad para hacer aplicar una especie de justicia divina, porque cae del cielo con precisión impresionante y en forma imparable, como los rayos de Zeus.

No es exagerado decir que si este nuevo poder destructivo se combina con una lista de nombres con domicilios, con un mapa de calles, con un sistema GPS de posicionamiento global y las nuevas bombas superinteligentes, las fuerzas armadas de los Estados Unidos pueden hacer llegar una bomba a cualquier domicilio conocido del Planeta.

Este poder sólo es comparable al poder de Dios que la Biblia describe. Estamos frente a un poder que todo lo sabe y todo lo puede. No hay para dónde correr o cómo esconderse. Para quienes están en la mira, no hay manera de evitar el castigo.

Los aviones que sueltan las bombas vuelan a diez kilómetros de altura, fuera del alcance del fuego antiaéreo y ya no es necesario ver el objetivo para localizarlo. Los satélites de posicionamiento global tienen todo el Planeta cuadriculado con una precisión menor a un metro. Las bombas GPS no se equivocan por más de cuatro o cinco metros.

Los Estados Unidos están haciendo uso de este poder alegando que quieren evitar que Saddam Hussein los sorprenda más delante con alguna forma de...

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