Jaime Sánchez Susarrey / El Senador Creel

AutorJaime Sánchez Susarrey

Ni leña del árbol caído ni una cuestión personal. Dicho eso, la salida de Santiago Creel de la coordinación de la bancada panista en el Senado merece un examen. Su defenestración ha provocado un alud de comentarios: fue un manotazo injustificado de Felipe Calderón, estamos como en los viejos tiempos del priismo, se trata de un acto autoritario.

Paralelamente, Manlio Fabio Beltrones y varios senadores perredistas reconocen los méritos del Senador. Lo ven como uno de los suyos. ¿Pero quién es Santiago Creel? ¿Cuáles son los servicios que le rindió al Gobierno de Vicente Fox, al Partido Acción Nacional y, por supuesto, a la República misma?

Empecemos por el principio. Embarcó a Vicente Fox en una aventura absurda y estridente, por decirlo de manera suave. En enero del 2000 el EZLN languidecía en Los Altos de Chiapas. Su presencia en los medios de comunicación nacionales e internacionales era mínima. No sólo eso. Había perdido simpatía y fuerza entre las comunidades indígenas. Su fuerza militar, si es que alguna vez contó con ella, era prácticamente nula.

Sin embargo, "el gobierno del cambio" se propuso reanudar las negociaciones para firmar un acuerdo de paz con los zapatistas. Vinieron entonces las campañas por televisión, las caravanas a la Ciudad de México y los discursos en el Congreso. Jamás se firmó nada ni se alcanzó acuerdo alguno. Pero el Gobierno entrante desperdició un tiempo precioso y consumió parte de su capital político.

La segunda aventura fue menos estridente. Santiago Creel, en su calidad de Secretario de Gobernación, convocó a todas las fuerzas políticas para emprender La Reforma del Estado (así, con mayúsculas). No faltó un solo partido político. Eran ocho entonces y se contaban formaciones tan notables como el Partido de la Sociedad Nacionalista y el Partido Alianza Social.

Se eligió como método de trabajo el consenso. Todos los acuerdos deberían ser discutidos y aprobados por todas las fuerzas políticas. Al cabo de meses y meses se anunció con bombo y platillo el Acuerdo Político para el Desarrollo Nacional que era un listado de buenas intenciones y que hoy, por obvias razones, nadie recuerda ni invoca. La aventura fue menos estridente, pero el fracaso fue estrepitoso.

Vinieron luego las veleidades presidenciales del Secretario de Gobernación. A partir de ese momento, la preocupación central de Santiago Creel ya no fue la agenda del Gobierno de Vicente Fox, sino cuidar su imagen.

Ocurrieron entonces hechos notables...

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