Isabel Turrent / Turquía: el dictador indispensable

AutorIsabel Turrent

El Presidente turco Recep Tayyip Erdogan y su partido neoislamista, Justicia y Desarrollo o AKP, habían ganado todas las elecciones turcas desde el 2003, cuando Erdogan asumió por primera vez el puesto de Primer Ministro, hasta junio del 2015.

En esas elecciones parlamentarias, los partidos de oposición -en especial el Partido Demócrata del Pueblo o HDP, un partido nuevo que representa a grupos seculares, feministas y kurdos moderados que recibió un inesperado 13 por ciento de los votos- privaron al AKP de su mayoría en el Parlamento.

AKP recibió apenas el 40.8 por ciento de la votación: insuficiente para cambiar la Constitución y erigir una "Presidencia estilo turco", como la llama Erdogan, que convierta al puesto ceremonial que ocupa en un Ejecutivo con inmensos poderes y prerrogativas. Al Presidente no le gustó el resultado y decidió construirse uno a su gusto echando mano de todos los medios a su alcance: legales, ilegales y extralegales.

A pesar de que su puesto le impide participar en política y el líder del AKP es el Primer Ministro Ahmet Davutoglu, Erdogan bloqueó tras bambalinas cualquier posibilidad de construir un Gobierno de coalición con partidos de la Oposición imponiendo la necesidad de convocar a nuevas elecciones en noviembre.

Encarceló a opositores del AKP; expropió medios de comunicación independientes; culpó a agentes "externos" de los males económicos del País y emprendió una campaña política del miedo -a imagen y semejanza de su némesis israelí Benjamín Netanyahu- erigiéndose como el líder necesario e indispensable para contener la violencia interna y exterior que amenazan al país.

Erdogan no tiene la culpa de la cruenta guerra civil al otro lado de la frontera turca. El Gobierno sirio, los rebeldes y sus patrocinadores cargan toda la responsabilidad por la destrucción de Siria. Pero el Presidente Erdogan ha jugado con fuego y emprendido su propia guerra civil dentro de la guerra civil siria, al servicio de sus intereses.

La peor pesadilla de Turquía se remonta a la Primera Guerra Mundial. La derrota del Imperio Otomano, aliado a las potencias centrales, acabó con el imperio -y el sultanato- que encabezaban los turcos otomanos. Mustafá Kemal Ataturk, el padre de la Turquía moderna, evitó que el nuevo país que surgió de la hecatombe perdiera Anatolia, pero compró el conflicto potencial que había amenazado al Imperio Otomano desde siempre: la diversidad étnica y religiosa.

Ninguna minoría turca es más militante y...

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