Isabel Turrent / La pesadilla de Brexit

AutorIsabel Turrent

Los británicos preferirían enfrentar un pelotón de fusilamiento que seguir oyendo hablar de Brexit, escribió hace poco uno de los muchos periodistas ingleses que siguen inmersos en la labor heroica de explicar lo inexplicable: qué sucede en Gran Bretaña y cómo va a salir el país de la parálisis política que se ha prolongado casi tres años para resolver si abandonan Europa o se quedan dentro de ella.

Cualquiera que haya seguido de cerca en los últimos días lo que ha sucedido en el Gobierno, en el Parlamento, y entre el Gobierno y el Parlamento (y medios como The Guardian transmiten ahora los debates en la Cámara de los Comunes en vivo por horas) preferiría, en efecto, encerrarse en la Torre de Londres en espera de una pronta ejecución.

Theresa May no es la única responsable del caos que vive el país, la rendición de cuentas debería empezar con David Cameron, que convocó al referéndum de 2016, y con los euroescépticos conservadores que han tomado como rehén al país en aras del sueño utópico de recuperar la grandeza y la soberanía británicas del pasado (whatever that means).

Pero la Primera Ministra tiró a la basura, primero, la mayoría conservadora que había heredado en el Parlamento en las elecciones que convocó en 2017 y, después, escogió la peor estrategia posible para defender un Brexit duro y el acuerdo que había negociado con la Unión Europea (UE), que no propone un Brexit duro. Ésta no es la única de sus muchas contradicciones.

No vio o no quiso asumir que una política comercial independiente y el mantenimiento de fronteras abiertas son incompatibles. Así que sacrificó la pertenencia al mercado común europeo y la unión aduanera, bajo la ilusión de mantener el flujo de comercio entre Irlanda del Norte e Irlanda (miembro de la UE), en aras de la quimera de la soberanía absoluta que comparte con sus colegas conservadores brexitistas.

Theresa May es un ejemplo inmejorable de que el talante y el perfil sicológico de un político son fundamentales. Patológicamente introvertida, incapaz de negociar y llegar a un compromiso, es una política rígida y obcecada con una mentalidad de búnker: hacer política es encerrarse con dos o tres asesores que decidan por ella una estrategia y defenderla luego sin concesiones.

Como es incapaz de la empatía, ni siquiera ha...

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