Isabel Turrent / Obligaciones del votante

AutorIsabel Turrent

Al parecer, Google recibió en Gran Bretaña miles de consultas sobre el funcionamiento de la Unión Europea (UE) y los riesgos de abandonarla. Lo paradójico es que esos británicos, tan interesados en Europa, entraron a Google días después del referéndum que le dio el triunfo a Brexit. Habían votado por salirse de Europa a ciegas.

Para informarse (y la mayoría podría haberlo hecho gracias al excelente sistema de educación pública británico), esos votantes tendrían apenas que haber comprado, junto con los tabloides racistas y frívolos que acostumbran leer, algún ejemplar de The Economist o del Financial Times en los días anteriores al referéndum.

Optaron por aferrarse a sus creencias y prejuicios y aplaudir la campaña contra la inteligencia y la información de los líderes de Brexit. Decidieron no leer ni oír una sola palabra que pudiera poner en duda su fe ciega en que el rechazo a Europa era la panacea para todos los males ingleses.

Optaron por la ignorancia selectiva y fueron a las urnas teniendo apenas una vaga idea de lo que es la Unión Europea, de los beneficios que ha aportado a Gran Bretaña, y blandiendo la bandera de la "soberanía" y la nostalgia por un pasado mítico o sepultado que disfrazaba, en muchos casos, un deplorable racismo.

Desde su nacimiento, la Comunidad Económica Europea -la actual UE- fue un experimento político y económico. Pretendía fortalecer una alianza que promoviera la democracia y la paz entre los dos países que habían destruido Europa más de una vez -Francia y Alemania- para evitar un nuevo baño de sangre y promover juntos el progreso económico del continente.

El proyecto político dependió siempre, desde el nombre, del éxito económico: no se trataba de una comunidad política europea, sino de una comunidad económica. Si la unión hubiera mantenido las altas tasas de crecimiento de sus primeros 25 años, a nadie le preocuparía cómo se elige a los funcionarios de Bruselas que administran y dirigen la UE. El descontento europeo con la UE empezó a crecer con los tropiezos de la unión monetaria: el descontento es económico.

Muchos Brexitistas sin redención posible insistieron, frente a las cámaras de...

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