Isabel Turrent / Los mitos del vecino del norte

AutorIsabel Turrent

La ignorancia del ciudadano estadounidense promedio es legendaria. Muchos estudiosos de la política norteamericana han llegado a la conclusión de que un tercio de los votantes no sabe nada que pueda cimentar un voto racional o una posición política basada en la realidad.

Menos de 40 por ciento de estadounidenses conoce el nombre de los senadores que los representan, menos aún, la viabilidad de las promesas de campaña que los candidatos les ofrecen.

Un buen número del 60 por ciento restante se aferra a prejuicios (muchos están convencidos, por ejemplo, de que el proteccionismo beneficia al país) o absorbe información trivial, pero fácil de digerir (cómo se llama el perro del Presidente en turno, o la marca favorita de ropa de la Primera Dama), sin dedicar ni un minuto de su tiempo a los análisis de fondo sobre las consecuencias de la agenda política de los candidatos.

Esta mezcla de prejuicios y desinformación elegida es la regla cuando se trata de asuntos domésticos. La norma que rige las decisiones del electorado estadounidense frente al mundo es la ignorancia abismal. El votante promedio no tiene la menor idea de lo que sucede en el ámbito internacional, de los imperativos de la geopolítica, ni de la posición de Estados Unidos en el mundo. Ni le interesa. La mayoría cree que el país sacrifica sus intereses al ayudar -en un gesto de generosidad supuestamente admirable, pero insostenible- al resto del mundo.

En una encuesta del 2007 (que más de un candidato y sus seguidores confirman tácitamente en el 2016), 41 por ciento de los interrogados afirmó que el renglón más alto del gasto federal era la ayuda externa. En la dura realidad, Estados Unidos era y es uno de los países más tacaños del mundo: dedica apenas 1.2 por ciento del presupuesto a la ayuda externa.

Como reflejo de este escenario de desinterés y mínimo conocimiento, durante la campaña electoral que vive Estados Unidos, los extremos se tocan. Tan ignorantes como su electorado, el demócrata Bernie Sanders (que ha perdido casi toda posibilidad de alcanzar la nominación de su partido, pero seguirá en campaña hasta el final) y el republicano Donald Trump (que difícilmente perderá la nominación) tienen agendas paralelas de política exterior.

Trump ha repetido, y lo confirmó en su mensaje de política exterior el 27 de abril, que si llega a la Casa Blanca, los aliados del país tendrán que pagar por su propia defensa; la ONU y la OTAN pueden...

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