Isabel Turrent / Internet y política

AutorIsabel Turrent

Para Inés

Zuckerberg, el creador de Facebook, ha dicho que "la privacidad ya no es una norma social". Probablemente tiene razón: los 2 mil millones de usuarios de Facebook parecen encantados de exhibir todas las facetas de su vida cotidiana en sus páginas.

Lo que muchos de ellos no saben es que Facebook es parte de un entramado de sitios que recopilan todos los datos que los facebookeros les regalan voluntariamente, y otros más (incluyendo su DNA), que comercian los sitios de internet entre sí.

Tampoco que Facebook recopila 98 datos de cada usuario -desde su origen étnico, ingreso, propiedades, género, hasta sus líneas de crédito-. Y que, a través de un abanico de algoritmos (instrucciones para llevar a cabo operaciones cibernéticas), que son un secreto celosamente guardado, los bombardean con "recomendaciones", ofertas e información política, inevitablemente tendenciosa porque siempre está de acuerdo con las preferencias del usuario*.

Si Facebook y Twitter sirven sus intereses comerciales reforzando el ideario -y los prejuicios- de sus usuarios a través de la información sobre sus lealtades políticas que arrojan los resultados de sus algoritmos; otros sitios, hasta hace poco marginales, se han dedicado a modelar esas preferencias.

Los números de esta nueva cultura digital de ultraderecha, que ha derruido la civilidad democrática y trafica con noticias falsas, racismo y teorías conspiratorias aberrantes, son abrumadores.

En un blog reciente**, Isaac Simpson informó que sitios que apoyan incondicionalmente a Trump, como r/The Donald o Drudge Report, tienen cientos de miles de suscriptores y millones de consultas mensuales. (En Estados Unidos la pinza de desinformación la cierran: en televisión, Fox News -que sirve al electorado blanco y poco calificado que votó por Trump- y en la radio, gente como Alex Jones, que jura que las odiadas élites políticas reciben órdenes de amos extraterrestres que viven en otra dimensión).

Simpson calcula que nada menos que 100 millones de estadounidenses son receptores de esta desinformación cada vez más radicalizada. Y que son muy pocos los cibernautas que corroboran en otros medios la información digital de los sitios que frecuentan.

El resultado es una peligrosa desconexión de los usuarios de internet entre lo que abrevan en la cultura política digital del siglo XXI y la realidad. Un espacio donde florecen los "hechos alternativos" y el populismo; donde la...

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