Isabel Turrent / El debate republicano

AutorIsabel Turrent

Después del debate del jueves entre los 10 principales aspirantes a la candidatura para encabezar al Partido Republicano en las elecciones presidenciales del 2016, puede usted afilar su lápiz y tachar a varios de la lista de contendientes.

Scott Walker, el Gobernador de Wisconsin, se irá a su casa. No tiene ideas, ni presencia, ni carisma. Repetir una y otra vez los dogmas republicanos -no al aborto, no amnistía a inmigrantes indocumentados, reducir al Gobierno federal a su mínima expresión e identificar a Obama con Hillary Clinton como si ella hubiera ocupado el cargo de Vicepresidente durante los últimos años- no lo llevará a ninguna otra parte.

El doctor Carson regresará a operar de tiempo completo muy pronto y Ted Cruz y Rand Paul tendrán que buscarse un trabajo cuya sede no sea la Casa Blanca.

Mientras Donald Trump esté en la carrera por la candidatura del Partido Republicano, monopolizará la estridencia y el radicalismo que son las únicas cartas políticas de Cruz y Paul. Junto a él -aunque usted no lo crea- ambos se ven y suenan tibios y moderados.

Ni Christie ni Huckabee ganarán tampoco la candidatura republicana. El primero, porque aún cree que la irritación es un instrumento político suficiente para ganar un debate y se equivoca. Y Huckabee, que tuvo por cierto un buen desempeño el jueves, ha dicho ya suficientes barbaridades como para hundir cualquier campaña.

De los cuatro que nos quedan, John Kasich, el Gobernador de Ohio, tendrá que remontar el pecado original que los votantes republicanos difícilmente le perdonarán: aceptó los fondos federales para extender el programa de salud en su Estado.

Los republicanos se han convertido en una Oposición disfuncional cuyo único objetivo es alimentar la ingobernabilidad para sacar a los demócratas de la Casa Blanca. En esa atmósfera polarizada -donde Obama es nada menos que el responsable de todos los males que aquejan a Estados Unidos- nadie que adopte alguna de sus iniciativas tiene mucho futuro político.

Donald Trump enfrentó un debate dentro del debate que lo redujo a su verdadera estatura: un merolico narcisista, misógino, procaz y racista, cuya única causa digna de lealtad es él mismo. El protagonista de ese debate oculto con Trump fue nada menos que la cadena televisiva que escenificó el encuentro y que es el principal medio de información de la derecha republicana: Fox News.

Uno a uno, los...

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