Irrupción en NY

AutorLuis Madrigal

NUEVA YORK.- Al inicio todo era agüita de horchata, "El Mariachi Loco" en las bocinas, Héctor Vasconcelos posando para las fotos.

Era el sótano de la iglesia de Nuestra Señora de Guadalupe en la calle 14 de Manhattan; 300 personas esperaban a Andrés Manuel López Obrador, el líder de Morena.

El tabasqueño vino a la ciudad con dos propósitos: dar un mensaje de solidaridad con los migrantes y entregar en Naciones Unidas una denuncia contra el Gobierno de Donald Trump por violación a los derechos humanos.

Para lo primero todo pintaba despejado. Faltaba media hora para que llegara López Obrador y ya se habían ensayado las porras, ya se habían cedido las sillas a las mujeres y los niños.

"Vengo a informarme", decía Julián Sánchez, de 39 años, poblano que desde hace 14 años vive en Brooklyn. Había encontrado el evento por Facebook. Ayer se enteró que va a poder votar en 2018 aunque no tenga papeles.

Enseguida llegó López Obrador al auditorio, y las arengas se escucharon mucho mejor que en los ensayos. El morenista firmó libros, estrechó las manos de algunos simpatizantes y posó involuntariamente para las selfies.

"¡Vamos por esas ratas del PRI!", le gritó un paisano emocionado.

Pero ayer López Obrador no tenía planeado improvisar.

En un discurso preparado, el tabasqueño habló de Nueva York como una ciudad de libertades, más importante que Londres en términos financieros, más grande que París cuando se trata de arte. Habló de la historia de los colonos holandeses en Manhattan, del antisemitismo, de los Flores Magón, de José Martí en su exilio neoyorquino.

Habló de las remesas, de la importancia de los migrantes para la economía estadounidense. "Es un absurdo querer cerrar este gran País a los extranjeros", dijo.

"No obstante, la campaña de odio contra mexicanos y extranjeros está calando", advirtió el tabasqueño. "Es una canallada que se refieran a los mexicanos como Hitler a los judíos", lanzó el morenista.

De pronto, una mujer levantó una pancarta entre el público.

El mensaje era que no se podía confiar en López Obrador porque hace 14 años había contratado a Rudolph Giuliani, el ex Alcalde de Nueva York y asesor de Donald Trump, como consultor en temas de seguridad para la Ciudad de México.

La cartulina desató un cuchicheo que se transformó en gritos: unos querían que la mujer de la cartulina la guardara, otros, que se subiera con ella a la tarima.

López Obrador tuvo que interrumpirse.

"Miren, estamos hablando de la libertad. Todos podemos...

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