Irma Martínez / Ni perdón ni punto final

AutorIrma Martínez

Si bien hace unos meses nos entusiasmaban sobremanera los grandes cambios que prometía la llamada "cuarta transformación", hoy nos aquejan demasiados cuestionamientos.

Para comenzar, si el Presidente electo tiene claro que el argumento que lo destrozó en dos de sus campañas anteriores fue que sus oponentes le adjudicaran tener perfil de dictador, de absolutista o de autócrata, entonces ¿por qué iniciar proyectos que generan temor, desconfianza e incertidumbre?

¿Pedir que se reforme la Constitución para crear una Guardia Nacional integrada por 50 mil efectivos del Ejército, la Marina y la Policía Federal?

Y no sólo eso, pues se espera que poco a poco se vayan integrando a la militarización las Policías Estatales y Municipales.

Esto nos dice que todas las corporaciones del orden terminarán bajo el mando del Secretario de la Defensa Nacional.

¿Con qué intención hace estos cambios, cuando el Ejército no fue configurado para velar por la seguridad pública de los Estados y Municipios, salvo en casos de grandes emergencias?

México puede extraviarse entre el enorme poder que tendrá la milicia, donde el comandante supremo de las Fuerzas Armadas es, por ley, el Presidente de la República. ¿Dónde quedará la fuerza que ofrezca un contrapeso equitativo?

AMLO menciona que las reformas que propone Morena prometen revisión de la Guardia Nacional en tres años más. Tal ofrecimiento no brinda seguridad alguna, ya que en 36 meses pueden cambiar muchas cosas, hasta la misma Constitución.

Además, nos estremece recordar que en Latinoamérica las dictaduras iniciaron con la militarización de los cuerpos civiles de seguridad.

¿Por qué intentar una práctica que fue un fracaso con Felipe Calderón (2006-2012)? Los resultados fueron nefastos, más de 200 mil muertos, miles y miles de desaparecidos y señalamientos de torturas y crímenes efectuados por elementos de las Fuerzas Armadas.

Son demasiadas las ambigüedades que manejan Andrés Manuel y Ricardo Monreal, coordinador de Morena en el Senado. Hablan de separar el poder político del poder económico. Lo lógico es que empezaran a poner orden en el desaseo y los contubernios entre Gobiernos y empresarios.

Entre tanto agravio al pueblo mexicano, AMLO suma uno más: "Mi fuerte no es la venganza", dice, "no es bueno empantanarnos al estar persiguiendo a presuntos corruptos".

No es cuestión de empantanarnos ni de venganza, pero tampoco es cuestión de perdón y punto final. ¿Perdonar?, ¿el Presidente?, pues si no es Dios.

El...

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