Opinión Invitada / No paguemos platos rotos ajenos

AutorOpinión Invitada

Fernando Marty Ordóñez

Siempre me ha preocupado cómo la economía financiera se fue desvirtuando a lo largo de los últimos 30 años, hasta convertirse en casi la única forma de ganar dinero en grande. Toda una cultura que finalmente se está derrumbando, arrastrando ya a la economía real, de carne y hueso, hacia una hecatombe social generalizada si no se logra pronto un esfuerzo global concertado que sí funcione.

Ante la tormenta financiera global, hasta ahora nada parece estar funcionando, se están intentando cosas que se hubieran considerado impensables en la teoría clásica del monetarismo neoliberal. Son muchas cosas juntas, la comunidad financiera desesperada se está lanzando a romper paradigmas y tabúes.

El resto de los mortales piensa: "si ellos que son los que más saben, teniendo acceso a información privilegiada, no saben qué está pasando, ni qué tan grave es la amenaza, ni qué se puede hacer... qué se espera de nosotros". Volamos a ciegas y sin piloto automático y eso aterra a cualquiera.

Por lo que toca a nuestro país, por primera vez en la historia se encuentra en una mejor posición en términos de equilibrios macroeconómicos y financieros que la mayoría de los países tradicionalmente considerados bastiones de seguridad y estabilidad económica.

México ha venido premeditadamente reduciendo a lo largo de los últimos años el peso de la deuda pública externa, y se continuó acumulando reservas internacionales. La Banca comercial, aunque no exenta de debilidades, no lleva en la panza instrumentos financieros mortalmente tóxicos como sucede, en distinta medida, con la mayoría de los bancos e instituciones financieras no bancarias en los países de primer mundo. En contraste, en México continúa operando normalmente como efectivo sistema de medios de pagos. El mercado de bienes raíces no se volvió burbuja cómplice de una codicia hipotecaria suicida.

Sin embargo, es preocupante que, estando los fundamentales de la macroeconomía nacional y el sistema financiero sanos, la desconfianza irracional nos pudiera llevar a pagar los platos rotos de otros países al intentar proteger nuestro patrimonio apostándole a invertir en el extranjero. Podría salirnos el tiro por la culata.

Esta especulación cambiaria tiene que cortarse de cuajo, la subasta de reservas ayuda, pero si no resulta oportuna y suficiente podría no contribuir a atenuar los temores y la inseguridad de los ahorradores y los empresarios. Es necesario establecer medidas que hagan muy costosa...

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