Invaden las escuelas niños, risas y llantos: Les llega la hora...

AutorVicente Guerrero

Hernán Hernández sólo ve que su mamá Rosa Isela se marcha del patio del Jardín de Niños Gregorio Torres Quintero y empieza a llorar desconsolado. Patalea y grita. Quien batalla es su nueva maestra Luz María Cárdenas.

¿Qué pasa en ese escaso plantel de dos aulas móviles de la Colonia Fernando Amilpa que, "por contagio", otros pequeños también empiezan a lloriquear?

Es inicio de clases y, como siempre, hay lágrimas de los que no quieren dejar a mamá.

Ayer, chiquitos de 5 años iniciaron su vida preescolar -la generación escolar del 2000-, junto a los más "grandes" de primaria y secundaria que ocuparon su sitio en una de las 4 mil 539 escuelas de Nuevo León en el nuevo ciclo escolar.

Pudiera pensarse que en primaria ya no se vería este tipo de dramas, pero la verdad es que Raquel tampoco pudo contener el llanto y terminó siendo la "consentida" de la maestra María de Jesús Contreras.

"No llores, mejor diles a tus compañeritos cómo te llamas", expresa la maestra frente al resto del grupo de primer grado de la Primaria José Alvarado No. 2.

Es difícil contabilizar cuántos lloraron y cuántos pintaron caritas felices, y cuántos padres de familia se levantaron temprano, le dieron el desayuno a sus hijos y orgullosos salieron juntos a la escuela.

Pero lo que sí fue posible constatar fue que en esa misma colonia de Escobedo, sobre la Carretera a Laredo, maestros y alumnos aún luchan por una mejor escuela.

"Ojalá que este año ya nos traigan mobiliario, aunque sea un escritorio", comenta la maestra Edith Guadalupe Blanco.

La mañana transcurre casi igual para todos. Los escolares de la Escuela Oziel Hinojosa no padecen de falta de luz ni escasez de agua, mucho menos de un patio sin pavimentar.

Al contrario, ellos ya cuentan...

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