Inundan de plomo pueblo peruano

AutorJacqueline Fowks

EL NORTE / Perú

OROYA.- La compañía estadounidense Doe Run compró en 1997 al Estado la principal fundidora de Perú y se comprometió a disminuir sus emisiones tóxicas en la zona, sin embargo, estudios científicos revelan que la metalúrgica sigue contaminando y que la salud de la población de La Oroya (Junín) se ve cada vez más mermada.

La empresa adujo en el 2002 bancarrota para someterse a una reestructuración patrimonial y en septiembre pasado despidió a 354 trabajadores en un intento de recortar costos de operación. En ese panorama, difícilmente podrá cumplir con su Programa de Adecuación Ambiental (PAMA) que implica un desembolso de 174 millones de dólares.

Doe Run pertenece a Renco, grupo empresarial caracterizado por operar en el borde de la ilegalidad y cuyas empresas en Estados Unidos han sido sancionadas por la EPA (Agencia de Protección Ambiental, por sus siglas en inglés).

"Me quedo con pantalón largo para hacer educación física. No quiero que mis amigos vean mis rodillas. En la clase a veces no entiendo, no puedo concentrarme, me da sueño. A mi amigo Bustíos le pasa lo mismo, pero mis compañeros que viven más lejos no se sienten así", cuenta Brian Varillas, de 10 años, quien sufre de escoriaciones en la piel atribuidas al efecto de la contaminación por plomo en la sangre.

Dora Mejía ( de 31 años) -madre de Brian, Chabeli (8) y Talía (5)- explica que desde 1997, cuando se instaló la empresa Doe Run en La Oroya, las emisiones tóxicas se incrementaron y la salud de sus hijos se afecta paulatinamente.

Mejía tiene que darle una dieta especial a su hijo, basada en cítricos, para aliviar los efectos del plomo en la sangre. Brian ya se acostumbró al uso de medicamentos para evitar el escozor. "Su piel parece de cocodrilo", relata Dora, una de las luchadoras por la salud en La Oroya antigua.

Talía cuenta que le sale sangre de la nariz, le arden los ojos y la garganta y le duele la cabeza.

"Mis hijos no pueden salir a jugar, a veces no se puede salir a caminar y respirar", agrega Esteban Varillas, padre de los menores. "La empresa ha tratado de dividir al pueblo, tienen las radios compradas. Nadie dice que cierren la planta, sino que no sigan perjudicando. Como La Oroya depende de la economía de Doe Run muchos no quieren hablar, hay una especie de sicosis porque creen que se quedarán sin trabajo", señala el administrador de radio Antena Oroya.

"Primero me ardía la garganta, los ojos, la nariz, más tarde tuve náuseas y vómitos, me sentía...

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