La insurgencia llega al noreste

AutorMaría Luisa Medellín

Mientras el Cura Hidalgo lanzaba el grito de Independencia, el Nuevo Reino de León no vivía mayores sobresaltos, y por su lejanía con el centro del País y la falta de comunicaciones, era ajeno a lo que estaba por venir.

Hasta 13 días después, por carta de Félix María Calleja, jefe del Ejército del Centro, se recibió la noticia del alzamiento del 16 de septiembre de 1810, que corrió como pólvora por todos los pueblos.

"No fue tan tardía (la información), considerando lo que representaba hacer un viaje a caballo, por eso durante el régimen colonial aquí se vivió con notable espíritu de independencia, se resolvían los problemas a como diera lugar; quizá por ello tenemos ese carácter de no ser muy atenidos", relata el historiador Israel Cavazos, alzando el dedo índice.

"Si moría el Rey o la Reina en España, la noticia tardaba un año en llegar, porque las flotas venían anualmente. Apenas se ponían de luto aquí, mientras allá estaban ya en los bailes".

El cronista de la Ciudad narra que al enterarse del levantamiento insurgente, el Gobernador Manuel de Santa María trató de impedir que la insurrección llegara a estas tierras, disponiendo de armas y estrategias para salvaguardarlas.

"Llamó a los jefes más importantes: a don Francisco Bruno Barrera, de Cerralvo, capitán muy respetado y valioso; a Juan Ignacio Ramón, comandante de la Compañía de Lampazos, por citar algunos".

Aunque de muy difícil acceso, el punto más vulnerable podía ser el sur, y Juan Ignacio Ramón fue destinado a esa zona, al Cañón de Santa Rosa y Labradores, hoy Galeana.

Sin embargo, el caudillo Mariano Jiménez, quien venía por Matehuala, inició un intercambio de cartas con Ramón, explicándole el porqué de su apoyo a la causa libertaria.

"Juan Ignacio se sintió seducido por el ideario de esa lucha, y le mandó las misivas al Gobernador, a quien le ocurrió lo mismo".

Así, el Gobernador enfiló hacia el Valle del Pilón, en Montemorelos licenció a sus tropas y se declaró por la insurgencia, junto con Ramón.

"Es posible que ellos hayan participado en la batalla de Agua Nueva, librada contra el Gobernador de Coahuila, Antonio Cordero, y encabezada por Jiménez en enero de 1811", considera don Israel, llevándose la mano a la barbilla.

Luego de obtener la victoria y ocupar Saltillo, Jiménez envió a Monterrey a los brigadieres Juan Bautista Carrasco e Ignacio Camargo, y en la mañana del 26 de enero él entró en la Ciudad, donde fue recibido bajo palio, como el Santísimo, en la Catedral...

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