Inéditos y extraviados

AutorIgnacio Padilla

El escritor Ignacio Padilla, fallecido el 20 de agosto en un accidente automovilístico, reunió en este libro cuentos escritos a lo largo de su carrera, relatos publicados en revistas o antologías, y algunos más inéditos. La obra póstuma, editada por Océano, llegará a las librerías a mediados de septiembre.

"Se trata acaso de fragmentos de novelas, cuentos u obras teatrales perdidos, o de una sola obra: aquella que infatigablemente vamos escribiendo mientras nos llega la muerte, ese relato pantagruélico que nunca terminaremos y del que todos nuestros textos son solamente atisbos, capítulos, tropiezos", describe Padilla en el prólogo.

Con autorización de la editorial, ofrecemos un adelanto del libro.

Catorce

Éste es lo que comúnmente llamaríamos un lector cautivo. Poco importaría anotarlo si aquel de quien hablamos no hubiese llevado su condición al extremo, si su cautividad en las redes de cierta novela no rayase hoy en lo literal. Hiperbólico por naturaleza y solitario de oficio, el lector cautivo no puede ni quiere escapar de las páginas que va leyendo: en modo alguno desea desprenderse del pesado enamoramiento que le hace dedicar íntegros su tiempo y su atención a ese relato que, hay que aclararlo, aún no acaba de leer, antes por miedo que por negligencia.

Pero el lector cautivo no es enteramente culpable de su condición. Sucesos infortunados y pasiones otrora contenidas se han unido para atraparlo sin remedio: desde su primera lectura de los capítulos iniciales del libro, el lector ha quedado perdidamente enamorado de la protagonista, la mujer de azul. A partir de entonces ha leído y vuelto a leer las páginas que protagoniza su amada, y gasta sus horas buscando entre líneas la señal para conseguir que las puertas de esa ficción precisa le sean abiertas.

También hay que aclarar que esta lectura maniática es enteramente inútil. No porque el contacto entre la mujer de azul y el lector cautivo sea de plano imposible, "sabemos que cosas tales han ocurrido en más de una ocasión", sino porque ella no tiene interés alguno en que tal encuentro suceda. Aunque atractiva e inteligente, la mujer de azul cuida su espontánea vanidad y tolera muy pocas cosas: su pudor o su orgullo le hacen rechazar a ese lector que la importuna y la acosa. Ante él, la protagonista de la novela se siente desnuda, vulnerable; le molesta sobremodo que el fisgón se asome siempre a su ventana e invada sus rutinas como un duende lascivo que le sigue ansioso los pasos y le...

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