Inculcan en niños cultura del esfuerzo

AutorLuis López

Al unir sus voces en armonía, en un coro los niños no sólo aprenden a cantar, también desarrollan una cultura de trabajo y esfuerzo, señala Raúl Gutiérrez, director del Coro Sinfónico de Nuevo León.

El artista, además de llevar la batuta de su ensamble vocal, integrado por más de 40 cantantes no profesionales, tiene la misión de abrir coros infantiles en cada polígono de pobreza del Estado.

Su asociación civil, llamada "Opus Aeternum", administra actualmente cinco ensambles infantiles, cuatro de los cuales iniciaron sus actividades este mes en las colonias Garza Nieto, Valle Verde, Miguel Hidalgo y San Sebastián, en Monterrey.

Uno más con base en Ciudad de los Niños, en Guadalupe, tiene poco más de un año de haber comenzado.

Desde su inicio, el grupo ha ofrecido recitales y presentaciones en misas, entre otras actividades.

Al trabajar la disciplina vocal, explica el director, se generan múltiples beneficios físicos y mentales.

"Hay un trabajo motriz con el ritmo, un trabajo de sensibilidad con las melodías y armonías, un trabajo cognoscitivo con las letras, algunas incluso en otros idiomas", señala Gutiérrez.

Pero más allá de aprender y desarrollar la habilidad artística, la mayor virtud que ofrece participar en un coro es la voluntad de trabajar, asegura el fundador del proyecto.

"En un coro, el que entra tiene que hacer un enorme esfuerzo: en ir, en poner atención, en dar lo mejor de sí para lograr algo que es incorpóreo, que no le da nada a...

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