El hombre del piano

AutorMaría Luisa Medellín

Su padre quería que fuera pitcher, como él. Solía levantarlo a las seis de la mañana para que practicara lanzando la bola sobre algún muro del patio.

Más tarde comprendió que la vocación de su hijo era el piano, y lo aceptó, siempre y cuando tocara música popular, pues en esa época los clásicos estaban destinados a la interpretación femenina.

Gerardo Antonio González Guerrero, o Gerardo González, porque dice que los artistas no tienen madre -aunque en su caso le sobró-, cuenta que fue precisamente doña María Guerrero quien convenció a su padre.

"A los 5 años lo que oía en radio o en discos trataba de sacarlo de oído en el teclado. La que tomaba clases era María del Socorro, mi hermana mayor, y a escondidas, aprendí con ella mis primeras notas", explica este caballero delgado, con la voz característica de los fumadores.

Su mamá lo llevó con la maestra Emma Myrthala Cantú, a los 11 años. Ella le enseñó armonía aplicada al piano, y a leer cifrado, un plus para cualquier pianista ejecutante por la seguridad que da al tocar en público.

Pero don Antonio González Tijerina no veía en la música una forma de vida, por eso impidió que su hijo fuera a Ginebra, Suiza, por una beca de dos años que ganó en un concurso.

"Estaba yo en la Academia de Piano Federico Chopin, con Esperanza Esparza de Albuerne, notable pianista, y estudiaba para ingeniero industrial administrador, así que papá fue muy claro: 'primero el título'".

Al tiempo que se graduaba en la Universidad de Nuevo León, obtuvo su certificado como pianista concertista y asistía a la Escuela de Música de la Máxima Casa de Estudios, para llevar materias que no se impartían en la Academia.

Gerardo muy poco interpretó la música popular.

Aprendió acordeón por darle gusto a su papá, y a los 12 años tocaba en la orquesta de Juan Arteaga, famoso en ese tiempo.

De piel blanca y cabello escaso, narra que como era una familia numerosa, todos contribuían en la medida de sus posibilidades.

Su mamá y sus tres hermanas, María del Socorro, Rosalinda y Laura, eran maestras. Manuel estudió para contador público. José Francisco es instructor de inglés, y Antonio se fue a México y se convirtió en un pianista reconocido en el mundo de la ópera, especializado en Liszt.

Gerardo es el pianista titular de la Orquesta Sinfónica de la UANL, y habita en el Barrio Antiguo.

Camina por la sala antes de sentarse en uno de los sillones, cerca de dos pianos con lámparas de cristal en los extremos. Cumplió 69 años; 50 de ellos...

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