Todo por los hijos

AutorSebastián Moreno

Cada tarde, como desde hace 10 años, Cristina Latapí Harlan lleva a su entrenamiento de gimnasia a su hija Cristina Lozoya. Aunque han pasado juntas miles de entrenamientos, mientras la pequeña gimnasta de 13 años realiza sus ejercicios en los aparatos, su madre sigue todos sus movimientos atentamente como si fuera la primera vez.

Durante una década Latapí Harlan ha tenido que dejar a un lado la vida social por acompañar a diario al gimnasio a su hija, pero eso no parece importarle demasiado.

"Claro que se sacrifican muchas cosas, reuniones familiares y con amigas, fines de semana y hasta vacaciones, pero nada de eso es tan importante como ver a Cristina feliz", expresa con firmeza Latapí Harlan.

"Todo vale la pena al verla triunfar, cuando veo que le cuelgan una medalla es una sensación indescriptible que borra cualquier tipo de sacrificio".

La tarea de inculcarles a los hijos la práctica deportiva no es sencilla, comenta, pero una vez que toman ese camino las posibilidades de que se conduzcan en la vida como personas de bien son altas.

Kilómetros de amor

Quienes acostumbran practicar el ciclismo tienen muy grabada la imagen de Patricia Alemán de Palencia al volante de su camioneta, a unos cuantos metros de su hija Patricia, para abastecerla de líquidos y cuidando su integridad en la carretera.

Y es que desde hace cuatro años no hay carrera donde el binomio no se haga presente, formando uno de los equipos ciclistas más sólidos y exitosos.

La madre de la ciclista regia se ha convertido en una "copiloto" perfecta de su hija no sólo en el ámbito deportivo, sino en sus actividades diarias.

"No haya nada que disfrute más que apoyar a mis hijos en sus actividades, gozar con ellos sus éxitos y estar ahí cuando las cosas no salen bien", expresa Alemán de Palencia.

"Algunas personas me dicen qué bárbara cómo le haces para sacrificarte y acompañar siempre a tu hija, pero yo les digo que para mí no es un sacrificio seguir a Paty, para mí es un gusto enorme estar cerca de ella".

Herederos del boliche

Todavía no veía la primera luz de este mundo, pero ya había heredado de su mamá Lupita Garza de Góngora la pasión por el boliche.

También heredó la calidad de juego de su madre, pues a sus 14 años Sandra Góngora es una de las mejores bolichistas juveniles del país.

Su mamá acaba de regresar de una competencia élite del Estado de México con el tercer lugar a nivel nacional, mientras que ella se acaba de traer cuatro medallas de las Olimpiadas Nacionales de...

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