Hermanas sin límites

AutorMaría Luisa Medellín

Mimí, Yoyis, Betty y Martha iban de la mano, con su padre, cuando cruzaron la puerta de Andares.

Por su discapacidad intelectual, Ramón Rangel deseaba encontrar en esa institución un camino para que alcanzaran cierta independencia. Le desvelaba la incertidumbre por el futuro de sus hijas.

Tiempo atrás, Juanita Romero, su esposa y madre de las jóvenes, había fallecido a causa de un derrame cerebral que cegó su vida a los 44 años. Maribel, su hija mayor, se había casado, y él padecía una insuficiencia renal crónica que lo llevó a la muerte el año pasado.

"En su primera entrevista ninguna de las muchachas supo decir su nombre completo, esperaban a que alguien respondiera por ellas", recuerda Juliana Ortiz, coordinadora del programa Autogestores, en Andares.

"Su papá no sabía definir cuándo decirles no, y ellas habían aprendido a manipularlo. Martha se desmayaba, Betty (Sonia Elizabeth) se aislaba. Mimí (Blanca Nohemí) gritaba, y así lograban obtener lo que querían. Yoyis (Norma Araceli), en cambio, se mantenía a la sombra de sus hermanas".

A la vuelta de una década, Martha, Betty y Mimí viven con Maribel. Mimí se queda en casa, mientras las dos primeras laboran tres días a la semana en la limpieza de un restaurant.

Yoyis ha ido más allá. Trabaja también, pero de lunes a viernes habita en las residencias de Andares, en Santiago. Tiene novio y ha empezado a aprender cómo transportarse en rutas urbanas. Ha decidido cómo quiere vivir y qué espera del futuro, lo que hasta hace unos años hubiera sido inimaginable.

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En una gran finca que Andares ha acondicionado por la Carretera Nacional, con oficinas, pequeñas residencias y una nave industrial, rodeadas de hermosos jardines y arboledas, Yoyis se muestra emocionada por sus recientes logros: trabajar en una sucursal que vende pollo frito, en Allende, y abordar la ruta que la transporta.

Es morena, grande y robusta, con cabello oscuro y corto.

Lo que habla es comprensible, aunque sólo pronuncia completas las frases cortas.

"Limpio las mesas, lavo trastes, y todo", explica esta chica de 37 años, refiriéndose a su empleo. Luego confesará que temía transportarse en camión, pero Juan Carlos, su guía de capacitación, quien la acompañará hasta que domine esa actividad, le dijo: "Tú lánzate, súbete, y ya".

Yoyis es alegre y sociable. Tiene parálisis cerebral y discapacidad motriz leve, por lo que camina despacio y casi de puntas, pero eso no le impide participar también en las labores domésticas de la casita que comparte con varias jóvenes de su misma condición.

Sus hermanas han llegado a visitarla esta tarde...

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