Héctor Viscencio / Remedios amargos

AutorHéctor Viscencio

El crecimiento económico sostenido en un ambiente de competencia global necesita, entre otros factores, energéticos en suficiencia a precios competitivos y un esquema impositivo también competitivo. El desarrollo económico requiere que la riqueza generada por el crecimiento sea distribuida de manera más equitativa.

Al hablar de las reformas fiscal y energética no me refiero a las propuestas por el Gobierno o por otras instancias. Las diferentes reformas fiscales que se han propuesto durante este sexenio sólo buscan aumentar los ingresos del Gobierno, no el crecimiento económico. Es correcto, al menos en teoría, que con mayores ingresos el Gobierno puede incrementar su gasto y con ello estimular la actividad económica.

Sin embargo, el estímulo sería frenado por el incremento en los impuestos, cuyo efecto sobre la actividad económica es contrario al del gasto de Gobierno, porque al pagar más impuestos, la gente tiene menos dinero para el consumo y el ahorro. Menos consumo significa menor actividad económica, pero menos ahorro implica también una menor inversión doméstica, lo que impide el desarrollo del mercado interno, lo que nos hace muy dependientes de la inversión extranjera. Aun si el efecto neto fuera positivo, su impacto sobre el crecimiento económico se vería disminuido y, por lo tanto, insuficiente para las necesidades del País.

Da la impresión que para el Gobierno, el crecimiento económico está atorado por una insuficiencia presupuestal y que un mayor gasto oficial, posible vía una mayor tributación, lo va a detonar. El autor considera que en esto el Gobierno equivoca el rumbo, porque una mayor carga fiscal propiciaría mayor pobreza en la clase media y la acentuaría en la clase menos favorecida.

Conviene recordar que el crecimiento sostenido se logra a través de una robusta participación del sector empresarial en la actividad económica y de un Gobierno eficiente. El Gobierno debe, por mandato constitucional, crear el clima propicio para que dicha participación florezca. Hoy en día, pareciera que el Gobierno está más empeñado en debilitar al sector privado compitiendo por recursos, que fomentando su fortalecimiento.

El autor propone que las principales metas de cualquier reforma sean el crecimiento económico sostenido y el desarrollo económico. Por ejemplo, un resultado concreto de la reforma fiscal debiera ser una reducción en la carga impositiva de quiénes sí pagan impuestos, y que propicie por cualquier medio legal que aquéllos...

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