Héctor Hernández: El más genial delantero mexicano

AutorAngel Chávez Córdova

Poseedor de todos los atributos técnicos para ser auténtico "crack" de futbol, Héctor Hernández García fue considerado el centro delantero más genial del balompíé mexicano.

Nacido el seis de diciembre de 1935 en Guadalajara, Héctor Hernández consiguió la idolatría popular por sus excepcionales virtudes: Manejo, control, toque, disparo, gambeta, devolución y por ser magnífico ejecutor de penales.

Asimismo, tenía gran talento ofensivo y filtrador. Era exacto en sus remates, elegante, sereno y demostraba una habilidad poco común en el área enemiga.

No por nada llenó toda una época en el Guadalajara, aquel "Campeonísimo" que dominó plenamente el futbol nacional, y en el cual se convirtió en ídolo a pesar de su carácter huraño, tibia personalidad y escasa comunicación.

Junto a Salvador Reyes, Héctor formó una de las duplas más dañinas y explosivas en toda la historia, tanto en el Rebaño Sagrado como en la Selección Mexicana.

Y fue precisamente "El Melón" Reyes quien le acomodó el apodo de "Chale", aunque después también se le conoció como el "Verdugo".

Héctor se inició en la Liga Interparroquial de la Perla Tapatía con el equipo "María Auxiliadora", en cuya parroquia era integrante del coro de la iglesia.

Luego pasó al "San Felipe de Jesús" y a los 11 años ya estaba en la Fuerza Infantil del Oro. Por sus indiscutibles dotes, en 1953 fue llamado a la Selección Juvenil de Jalisco.

Sin embargo, nunca pudo jugar un partido como seleccionado estatal porque se apresuró su debut con el Oro a los 16 años en un juego contra el América en la Ciudad de los Deportes.

En ese tiempo trabajaba de joyero y en su barrio le apodaban "El Padrino".

Cuando debutó con los Mulos de Oblatos era interior izquierdo, pero después encontró su verdadera posición en el eje del ataque, tanto como para ser considerado el centro delantero más puro que ha tenido el futbol mexicano.

Fue campeón goleador

Con el Oro fue campeón goleador la temporada 1955-56 con 25 anotaciones en 22 juegos, para un altísimo promedio de 1.14 goles por encuentro.

Esa campaña fue seleccionado para el II Campeonato Panamericano en México, pero una lesión en el tobillo derecho le impidió jugar.

Y es que uno de sus males fue ese, precisamente. Tenía frágiles los tobillos que, si no, tal vez hubiera alcanzado niveles infinitamente aún más extraordinarios.

Aunque la directiva del equipo áureo se negaba a cederlo, incluso inventando mil argucias, en 1958 pasó al Guadalajara donde el "Chale" adquirió su...

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