Su música habla de Dios

AutorDaniel de la Fuente

Corría la Navidad de 1956. Silvino Jaramillo vivía con su esposa, María Luisa Olayo, en la casa que tenían en la Ciudad de los Niños, en Guadalupe, cuando aquél dirigía el coro fundado por el Padre Carlos Álvarez.

Con algunas composiciones en su haber, al oriundo de Valle de Bravo lo había traído desde hacía dos años su peregrinaje a esta tierra, en la que consolidaría su imagen como músico, periodista y profesor de generaciones.

María Luisa se encontraba esa vez ocupada en la cocina, mientras el ya robusto maestro de coro, de 32 años, cargaba a su hija mayor, Silvia Teresa, de casi 2. Entonces, inspirado por el arrullo a su pequeña, empezó a tararear "boberías": "Los ángeles y pastores / hicieron un coraaal / dizque pa' cantarle al Niño / que ha nacido en el portaaal...".

"Ya que le estás cantando, escríbele algo serio", le reprochó amorosa su mujer, y Jaramillo, entre tarareos y susurros, concibió su primer villancico, sólo que para darle un sello decidió darle "un toque humano".

"Como en mi villancico los rancheros preparaban el coro para cantar en Navidad, se me ocurrió que en el ensayo a uno le estorbara el ayate, a otro el morral, a uno se le reventara el huarache y jugar así a que, de aquel ensayo, nada resultó", recuerda el maestro, hoy de 86 años, mientras oprime el control remoto de su reclinable que lo lleva hacia adelante y atrás en su casa.

Robusto, de cabello blanco y ojos arrendijados, cuenta con su hermosa voz de bajo barítono que, en la historia que narra su villancico, las cosas siguieron tan mal para los rancheros que el Niño Jesús, así termina la ficción, "se ríe de verlos sudar".

De esta manera nació el villancico "México Ángel y Pastor", bella pieza de corte mexicano que ha viajado por el mundo.

"Ése fue el primero, y a partir de su publicación en el Conservatorio de las Rosas, en Morelia, recibí ese año 24 cartas de coros que lo habían ejecutado", comenta bonachón este ex seminarista y hasta fugaz comediante, cuya vida devota es de alguna manera como el recorrido de José y María encinta en busca de posada: un largo y rico peregrinar.

La música ha sido una constante en Jaramillo desde que le preguntó a José Ceja, maestro de la Academia de Clases Particulares en la que estudiaba, el porqué no se tocaban los instrumentos de la institución.

"Tenía 11 años y mi maestro dijo que no había quien los tocara y yo le dije que los alumnos podíamos hacerlo", recuerda este hombre nacido el 12 de septiembre de 1924.

Aunque al...

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