Guarda San Ángel universo botánico

AutorAntonio Suárez

¿Cuánto tiempo tendría que vivir un hombre para recorrer enteramente los enormes desiertos del norte del país y encontrar a su paso plantas de más de 500 años?

¿Cuánto más le tomaría bajar por los bosques del centro, reconocer el pino oaxaqueño del michoacano, distinguir un ahuejote y, unos pasos después, descubrir las húmedas selvas de Chiapas, contemplar una majestuosa ceiba al lado de lacandonia, una de las pequeñas plantas recientemente descubiertas que representa a todo un género?

La respuesta es muchos, pero muchos años, además de una gran curiosidad por recorrer un territorio tan diverso y grande.

Es esta misma curiosidad la que salta a la vista cuando se transita cualquier región del país y se descubre que los techos de las casas, los utensilios, la comida e inclusive la misma gente está hecha de esos recursos que le rodean, pareciera que el término ecología toma sentido cuando se descubre que, en este territorio, gente y paisaje están hechos de lo mismo.

Fue en 1958 cuando al Dr. Faustino Miranda se le ocurrió hacer un jardín botánico en los terrenos de la recién construida Ciudad Universitaria de la Ciudad de México, allá por la zona de San Angel, con la finalidad de poder observar periódicamente las plantas que en condiciones normales estaban a cientos y miles de kilómetros de distancia.

Transcurridos 45 años, sobre la lava volcánica que derramó el volcán Xitle se pueden apreciar algunas de las plantas más representativas de la zona árida, la templada y la cálido-húmeda.

Al caminar sobre los senderos de la zona árida, la más representativa del país, brota esa geometría de la que están construidas muchas de las cosas en México.

Las aristas de algunas artesanías que se parecen, los pelos de una escoba, el techo de una casita de campo, las texturas y contrastantes colores provienen de esas plantas; aquellos magueyes que parecen estar rasgando el cielo con sus afiladas puntas se enfilan para recordar al visitante que de ahí sale el pulque y que con sus hojas se prepara la barbacoa de hoyo.

En el caso de las cactáceas destacan las biznagas, casi pesadillas de espinas que en el centro de su redondez ostentan flores amarillas; en las puntas del nopal, las encendidas tunas rojas; al fondo, los agridulces xonocostles, y hacia los lados, las famosas orejas de burro.

La tierra roja, el color del barro y cientos de flores y otras plantas espinosas aparecen de entre las grietas de las piedras volcánicas. En su mayoría son plantas con nombres...

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