Guadalupe Loaeza / Un sueño guajiro

AutorGuadalupe Loaeza

Seguramente se debió a una serie de medicinas que estoy ingiriendo y de ampolletas que me han inyectado a causa de una radiculopatía (lo que en cristiano es igual a una ciática) lo que me condujo a tener unos sueños muy extraños desde el viernes.

El del lunes por la tarde fue el más exorbitante, por no decir el más psicodélico de todos. Postrada en la cama y con mi computadora sobre un cojín, me dispongo a contárselos íntegramente y con todo lujo de detalle.

Estaba yo en la marcha. Había muchísima gente: jóvenes, señoras de Las Lomas, indígenas, universitarios, maquiladores, niños, personas de la tercera edad, campesinos, empresarios, burgueses, obreros y personalidades tanto de la izquierda como de la derecha. Todos nos veíamos muy contentos sosteniendo nuestras pancartas con consignas especialmente contra Trump.

"Nuestro Presidente no le teme a Trump". "Videgaray es más duro que cualquier muro". "Trump le hace los mandados al Gobierno de México", decían algunos carteles.

Me llamó la atención que no hubiera ninguno agrediendo a Peña Nieto, al contrario, me topé con algunos que decían: "EPN: No estás solo". Los que más abundaban eran en apoyo a nuestros compatriotas que se encuentran en Estados Unidos con riesgo de ser deportados y acosados por la border patrol.

Junto a mí caminaba Enrique y muchos colegas de distintas ideologías. Por allí andaba Oscar Chávez, marchando junto con Emilio Azcárraga y Andrés López Obrador. También vi a Margarita Zavala conversando con Ricardo Anaya y Moreno Valle.

Vi a muchos jugadores del América intercambiando puntos de vista con los de las Chivas. Enrique Krauze al lado de Martí Batres platicaban animadamente. Vi al Cardenal Norberto enarbolando una bandera de arcoíris entre un grupo de la comunidad gay. Todos parecíamos muy unidos.

Pero lo que más me llamaba la atención era la cantidad de gente que se unía de más en más a la marcha llegando de todas las calles aledañas. Era un río de ricos y pobres; de blancos y morenos; de chavos y "rucos".

Qué contenta me sentía de compartir una marcha entre miles y miles de mexicanos donde campeaba la solidaridad y la tolerancia. De pronto tomó la palabra la señora Wallace ante el júbilo de la concurrencia. "¡Viva nuestra adalid!", gritaba la...

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