Guadalupe Loaeza / ¡Déjenlo en paz!

AutorGuadalupe Loaeza

Enrique Peña Nieto ¡es mi héroe! ¡Qué personaje tan creativo, vital y a la vez enigmático! Me encanta cómo toma la vida, con optimismo, ligereza, pero sobre todo, con humor, con mucho humor.

En este sentido, Peña es un genio, tiene el arte de tomarle el pelo a todo el mundo, por eso le encanta disfrazarse. Él sí que sabe divertirse, sabe vivir el momento y cerrar círculos.

¿Para qué preocuparse por el pasado? Lo que pasó ya pasó, ahora a vivir el presente, el ahora, el momento. Así como vive su amor con Tania Ruiz Eichelmann. Como dice la canción: "Así es la vida cuando viene con toda su fuerza y cuando se quiere de veras". El destino quiso que se encontraran cuando los dos ya eran libres, jóvenes y apuestos. ¡Bola de envidiosos los que lo critican y lo juzgan sin fundamentos!

¿Por qué no entenderán que mi héroe ya no es el mismo de antes? Es otro, es Enrique a secas. Es un hombre libre, un hombre que quiere olvidar el pasado: las intrigas, las envidias, las grillas, los golpes bajos y las difamaciones. Renovarse o morir, él lo que quiere es ver hacia adelante y olvidarse de las presiones del Grupo Atlacomulco, de Televisa, de la Casa Blanca, de las 43 víctimas de Ayotzinapa, de la "Estafa Maestra", del caso Odebrecht y de los excesivos gastos de la Gaviota.

Tengo la impresión de que mi héroe está viviendo en estos momentos la mejor etapa de su vida. Un amor verdadero. Un amor puro y desinteresado. Y lo más importante, un amor correspondido.

¡Déjenlo en paz! ¿Acaso no tiene derecho a los 53 años de volar por sí mismo, y de descubrir quién es el verdadero Enrique, ese muchacho que desde que era muy joven le impusieron tantas responsabilidades, obligaciones y complicidades?

"Y ahora eres Gobernador del Estado de México, robas y te callas. Y ahora eres Presidente de la República, robas y te callas. Y ahora, a huevo, tienes que declarar todas las corruptelas que cometieron tus colaboradores, sin ponerte siquiera al corriente de los desvíos. A ver cómo le haces, Peñita, para no acabar en el bote".

Pobre Enrique, cuántas presiones, cuántas recriminaciones y cuántas injusticias.

¡Déjenlo en paz! Qué importa si gastaba un millón 74 mil 670 pesos en artículos de higiene en tan sólo un vuelo presidencial. Qué importa si adquirían para él mil 265 botellas de gel fijador para su inolvidable copete.

Estoy segura de que él era ajeno a todos estos gastos. Con todas las responsabilidades y...

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