Granville Island: Un barrio que flota en Vancouver

AutorMáximo Kuri

EL NORTE / Canadá

Para conocer la esencia de Vancouver hay que visitar Granville Island.

Flotando bajo el mayor puente que une al centro con el resto de la ciudad, el islote es uno de los desarrollos urbanos más originales y exitosos en América.

Lo que durante un siglo fue un conjunto de fábricas, bodegas y un rastro, hoy se ha transformado en el lugar preferido de los vancouveritas para "hacer el mandado", ir al teatro o pasar el día con la familia.

En el ecléctico ambiente industrial renovado de Granville Island (www.granvilleisland.com/en) conviven ahora un mercado, restaurantes, bares, galerías y talleres artesanales.

También hay librerías, estudios de pintores y joyeros, una cervecería y una fábrica de cemento, la única operación industrial que sobrevive.

Alojados en las naves de una vieja fábrica de equipo mecánico, los puestos del mercado rebosan de frutas, verduras y flores.

En sus corredores se ofrecen pescados y mariscos frescos, carnes de todas variedades y cortes, incluyendo bistec de búfalo, pan hecho in situ, comida para llevar y un par de pastelerías.

Los pasillos del lugar, tan bien surtido como cualquier mercado del mundo, a menudo son difíciles de recorrer por el congestionamiento y el ajetreo de los marchantes.

El esfuerzo vale la pena y es el único sitio en la ciudad donde puede conseguirse tanto cualquier clase de té a granel como un vino local del valle Okanagan.

La experiencia se intensifica con el murmullo de los compradores y la música de los trovadores que se plantan en rincones estratégicos para no obstruir el paso.

De las 9:00 a las 18:00 horas que está abierto diariamente el mercado, los comensales se pelean una mesa en su café Blue Parrot, rodeado por tres lados de ventanales con una de las mejores vistas de Vancouver.

A escasos metros pasan, durante todo el día, embarcaciones de todo tipo, ya sea remolcando troncos, llevando pasajeros a sus apartamentos a la otra orilla o izando velas.

Saliendo del mercado hay mucho que explorar en la isla. En el callejón Railspur uno escapa del ajetreo para visitar los talleres de algunos de los artesanos más hábiles de Canadá.

Intercalados por todas las calles adoquinadas de la isla, los estudios de alfarería, escultura y carpintería pueden visitarse casualmente.

Una antigua fábrica de cuerdas es ahora la escuela de artes plásticas Emily Carr Institute of Art and Design, que alimenta no sólo los bares y teatros aledaños, sino las tiendas de artículos para artistas y las...

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