GLOSAS MARGINALES / Retórica debatible

AutorEverardo Elizondo

Resulta preocupante encontrar, en muchas páginas editoriales, comentarios descarriados sobre las causas de la crisis económica mundial.

Casi siempre, los textos en cuestión no pasan de ser un conjunto de lugares comunes que intentan formar algo así como una crítica "del sistema", con previsibles tintes "progresistas". Me ocupo de ellos porque repiten, sin reservas, argumentos que difunden a menudo, con esmero, polemistas connotados. También, porque las acreditan a veces instituciones de educación superior.

En lo fundamental, la tesis más frecuente atribuye la crisis a la preeminencia global de una ideología liberal, según la cual, la solución de todos los problemas económicos, sociales y políticos consiste en debilitar el Estado y liberar el mercado. La crisis mexicana, se dice, es simplemente un ejemplo más de las consecuencias funestas de la puesta en práctica de la receta aludida, aceptada sin reflexión por los (fanáticos) operadores locales.

Por supuesto, rara vez se ofrece algo que merezca ser llamado "prueba". Se trata, más bien, de una exposición que quiere ser ex cathedra.

Casi sobra decir que la crisis ha sido analizada desde muy diversos puntos de vista, y que dista mucho de existir un consenso sobre su naturaleza y sus orígenes. Como quiera, está claro, me parece, que la debacle económica no se derivó de la inacción de un Estado débil, sino de la acción de un Estado torpe.

¿En qué hay acuerdo entre los especialistas? Sin duda, en que el terremoto financiero tuvo su epicentro en la economía de Estados Unidos -para usar una metáfora geológica tremendista. ¿Por qué ocurrió? Por varias razones, pero dos de ellas, incuestionables, son las siguientes: 1.- el banco central (el Fed, un órgano del Estado) siguió durante demasiado tiempo una política monetaria demasiado laxa, permitiendo una expansión anormal del crédito, sobre todo el canalizado al sector inmobiliario; y, 2.- tanto el poder Ejecutivo como el Legislativo alentaron la expansión desordenada del mercado hipotecario, a través de la operación masiva de Fannie Mae y de Freddie Mac (dos agencias semigubernamentales), haciendo llegar financiamiento barato a sectores de la población que normalmente no calificarían para ello (subprime).

¿Estado débil? Todo lo contrario: un Estado muy fuerte, capaz de ampliar y distorsionar morbosamente los flujos de fondos en la economía, inflando con ello los precios de la vivienda, induciendo una asunción de riesgos exagerada y, en fin, creando un...

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