Germán Dehesa/ ¿Util o inútil?

AutorGermán Dehesa

Ese es el dilema que atenaza mi vida desde el 2 de julio del 2000. Recuerdo con toda nitidez que ese día, Francia, en un juego cardiaco, ganó la Eurocopa en la final contra Italia. Con la misma nitidez recuerdo que voté por Vicente Fox para la Presidencia y por Andrés Manuel López Obrador para la jefatura de gobierno de la Ciudad de México. Creo que todavía no terminaban de contar los votos cuando sobre mi yerma coronilla comenzaron a sobrevolar agoreros zopilotes que, con esa fecha, me daban de alta en el despreciable grupo de los propagandistas del voto útil y ya desde entonces me anunciaban que más temprano que tarde descubriría que mi voto había sido la mayor inutilidad del mundo. Semana a semana y, cuando hace falta, día a día, los vultúridos se encargan de recordarme mi error histórico. Con esto, ya comprenderán que a mí ya se me espantó la leche. De poco me sirve la caritativa ayuda de un selecto grupo que me dice que mi voto fue equivocado sólo en la porción que le corresponde a Vicente Fox. Los de este grupo me visitan los días nones. Los días pares vienen los que me dicen que cometí un error de dos pisos al votar por López Obrador. O sea que tengo la rara virtud de no dejar a nadie contento. Dibodo. Lo único que a estas alturas del partido (por cierto, ¿vieron que los Tigres volvieron a ganar?, ¡Diablos!) puedo decir es que aún no es momento de decidir si mi voto fue útil o inútil, aunque tengo algunas razones que creo buenas para inclinarme a favor de la primera posibilidad. Expondré algunas.

Que Vicente Fox, ese ilustre viajero guanajuatense, no era Charles de Gaulle ya lo sabía cuando voté por él. Que las inercias, los negocios, confesables e inconfesables, los intereses, las organizaciones charras, el control de muchísimos medios y los remanentes de poder del PRI eran vastos y abarcaban a todo el País, también lo sabía. Del mismo modo era previsible la reacción, muchas veces irracional, del PRD, ahora tan enamorado de Madrazo. Todo esto lo sabía. Reconozco que ignoraba la mediocridad de buena parte del equipo foxista de gobierno y la notable capacidad de Fox para ahorcarse con su propia lengua. Sin embargo, ¡ozono en las alturas!, el dinosaurio ya no está ahí, la pelota vuelve a estar en juego, el País comienza a despertar y los ciudadanos han descartado al martirio como única opción. Miro hacia Argentina, hacia Brasil y veo que mi país, con todas sus broncas, está más erguido y con mayores posibilidades de futuro. Percibo que...

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