Germán Dehesa / ¿Qué horas son?

AutorGermán Dehesa

Ésta era la recurrente pregunta que, acompañada por un destello enorme, se abría paso en mi cerebro durante la demencial jornada electoral que nos recetamos los estoicos tenochcas a lo largo de todo el miércoles y la mitad del jueves de esta semana con el recuento minucioso, vigilado, ¡ojo!, vigilado por todos los partidos.

A cuentagotas caía la información, López Dóriga hacía bizcos; en otro canal Federico Reyes Heroles sentía como una invasión de ácaros en el cerebro y acá su Charro Negro medio se dormía, medio despertaba. Me sentía como Sherlock Bátiz en la conferencia mañanera de AMLO con las neuronas totalmente fuera de control y con unas inmensas ganas de llorar del puro y méndigo sueño.

Confieso que no aguanté. Creo recordar que la última vez que me pregunté ¿qué horas son?, eran como las tres de la mañana con muchísimos minutos. No alcancé a enterarme del momento del empate de Calderón y menos vi cuando se fue arriba y salió a hablar -me dicen que de modo mesurado y respetuoso- con la gente. De todo esto comencé a enterarme pasadas las siete de la mañana. Prendí la televisión y me di cuenta de que durante mi fugaz sueño y en un viraje caprichoso, algún botón prohibido le apachurré al control porque jamás logré ver nada. Fita, fresca como florecita del campo, me trajo los periódicos. Ninguno daba resultados definitivos. Activé mi celular, hice varios telefonemas, en algunos me mentaron la madre, pero logré saber que a esas horas, Calderón ya tenía una ventaja irreversible. Como mis informantes eran mujeres, cada telefonema me va a salir en lo que cuesta el enganche de un buen coche. Las obsesivas insomnes me contaron lo que había ocurrido con hartos detalles. Mientras hablaba me levanté mediante trabajos hercúleos y cual Cuasimodo me dirigí al espejo del baño: ¡horror al crimen!, parecía yo como feto de vampiro. Comprobé esto y al tiempo me di cuenta de que este jueves tenía yo infinitos afanes y enormes trabajos. ¿Qué horas son?

Digo que es la hora de la concordia. Me lo avisó la Capufe que apareció rebotando como pelota de lana. Ella es...

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