Germán Dehesa / ¡Chao, Argentina!

AutorGermán Dehesa

Ahora vuelo rumbo a la Capital de mi país. Si todo transcurre bien y el demonio (o algún coreano) no mete la cola, mientras tú desayunas, yo estaré dándole curso a un sueño ya totalmente nacional. Lo he dicho con insistencia, pero lo volveré a decir: de todas las fases seductoras de un viaje, para un mexicano la mejor es el regreso. Cuando había materia prima, me daba por pensar que lo que yo extrañaba hasta las lágrimas era a mi señora, pero ahora he podido comprobar que lo central e imprescindible es mi cama. Digo esto y pienso en efecto en una cama, pero antes, en una manera que tiene el sol de llegar, en ciertos aromas que ya están acomodados, en colores que se han vuelto de mi familia, en cosas que se aprenden exclusivamente desde la postura horizontal, las peculiaridades del techo y materias igualmente importantes. Una vieja cama con su correspondiente recámara son añejas y queridas amistades.

En este viaje, Buenos Aires me ha sido infinitamente más propicio que la primera vez que lo visité; la gente fue más amable, los lugares mejor plantados y las anchas avenidas sin comercio ambulante se nos presentan a los del DF como una lejanísima utopía.

En pleno festival criollo, irrumpían las noticias mexicanas e internacionales: muertos que se acumulan en mi país, líderes corruptos que resucitan, los desfiguros del PRD por ya no saber qué demonios van a hacer con esa papa caliente del aborto. No, realmente no siento que me haya yo perdido de nada importante al no asistir a estos asuntos.

Para la tranquilidad de mi alma fue mucho mejor viajar a ese lugar llamado "El Calafate" y vivir la asombrosa, la única experiencia de abarcar con la mirada esa helada y blanca ciudad aterida que es el glaciar Perito Moreno. Algún día tendré palabras para describirlo. Ahora bien, mi pulcritud como cronista me obliga a señalar lo bueno y lo malo. Opino que tres días de glaciar son un exceso. Esta opinión no la comparte la Rubia Misteriosa a quien le bastó llegar al hielo para caer en un éxtasis profundo que la condujo a sentirse la celestial guardiana de las nieves. Lo mío no fue tan intenso...

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