Germán Dehesa / El abanico

AutorGermán Dehesa

Volátil cual Dalai Lama, mi amiga, mi amada amiga, la Maga Vaga aparece de vez en cuando por estas latitudes y una vez que se cerciora de que su presencia es indispensable, desaparece para, tiempo después, reportarse desde unos lugares enormemente absurdos. A ti, lectora lector querido, te habrá pasado algo similar; habrás tenido afectos importantes hasta la necesidad y casi dependencia que, de pronto, por un golpe del viento o del triste destino, desaparecen y nos dejan un poco huérfanos. Sabedor de esto, acabo de atrinchilar a la ya mencionada Maga Vaga que estaba ahí abanicándose como si fuera buena ("bajo el ala aleve del leve abanico", diría Darío). Creo que todos sabemos cuánto se queda de nosotros en los objetos cotidianos que nos acompañan por un buen trecho de vida. Tal es el caso del abanico de mi amiga la viajera que va por cielo y por mar. Con tal motivo, y en un acto de interés público, le expropié su ventilador adminículo que ahora me acompañará a mí. No piensen por esto que tengo la intención de llegar a lugares tan públicos como el restorán "La Cava" (mi favorito) y sacar mi abanico cual Maja de Goya. No. Lo que sí voy a hacer es lo siguiente: cuando extrañe a mi amiga, buscaré el abanico, lo moveré en el viento y desde el aéreo oleaje que se levante y el suavísimo perfume que se disperse, sabré que mi cuatacha sigue aquí conmigo. Estoy encantado con mi descubrimiento. Me tendrían que dar el premio Nobel de algo. Porque ya envuelado a golpe de abanico, descubro un ínfimo Mediterráneo que me indica que, bien mirado, todos los afectos se disuelven y confunden unos con otros. Descubrir esto en mi actual trance existencial es muy importante por razones que ahora paso a revelar.

Adriana Landeros, Carlos Díaz Caíto y Luis Eduardo Aute entraron en una confabulación que ríanse de la conspiración de Querétaro. El resultado de estos subversivos lances es un disco titulado "El Aute de Amar" que hoy miércoles será presentado en la Sala Miguel Covarrubias de CU. Ha sido un parto complicadísimo. Con toda legitimidad, la señora Landeros me informó que para ella era muy importante lanzarse por su cuenta al ruedo y que le hiciera el favor de honrarla con mi ausencia. No he de negar que sentí que me hacían la vasectomía con un cortauñas, pero cerrando los ojos la dejé pasar: está bien, me relego a ser un mero espectador. Así le dije...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR