Germán Dehesa/ El alma de México

AutorGermán Dehesa

La expresión es de Alfonso Reyes. Con muy buen juicio, Carlos Fuentes la empleó como título de la serie televisiva que, con producción de Héctor Tajonar, condujo. Fueron, ustedes lo recordarán, programas de enorme esplendor visual. Este se apoyaba en un gran rigor verbal que nos permitía viajar por tres milenios de cultura, es decir, de sostenida vocación de entender al mundo y de dotar de belleza a esa explicación. No es fácil encontrar en el mundo un proceso cultural sostenido tanto tiempo en tono mayor. De los mitos fundacionales a la poesía de Octavio Paz; de los primeros garabatos a la zoología fantástica de Toledo.

En estos difíciles comienzos del Siglo 21, la palabra "alma" nos llega cargada de misterio, de intangibilidad, con algún acento religioso con significaciones multifacéticas y tornasoladas, sobre todo si se quiere aplicar a toda una nación; es decir a la caudalosa marcha de una comunidad que desde el mito se despeña hacia la historia: México, el alma de México.

Las imágenes de aquella serie televisiva están ahora atrapadas en un libro y las mitologías, cosmogonías, historias y reflexiones que cada una de nuestras edades (nuestros soles) han ido dejando, migajas de verbo que trazan nuestra ruta, se han consignado también en este libro que tiene el mismo título que la serie que le dio origen: "El alma de México" (coedición de CONACULTA, Televisa, UNAM).

En su formato y en la grandeza misma de su contenido, el libro es una obra mayor. Su Charro Negro, en un acto de irresponsabilidad rayano en lo heroico, aceptó presentar este libro en el Antiguo Colegio de San Ildefonso. Aquí comenzó mi hondo sufrir. Mi larga experiencia me ha enseñado que una buena manera (no la única) de presentar un libro es leerlo previamente (también se puede leer posteriormente, pero ya no ayuda a la presentación). Para leerlo es necesario, al menos para mí, adquirir la horizontal postura y una vez ubicado el lector en pose de Chac-Mool, colocar sabiamente la obra que se va a leer en las inmediaciones de la zona umbilical. En obras de formato normal, esto no ofrece problemas; pero, según me consta, "El alma de México" pesa más de una tonelada y, a resultas de su lectura, tengo la panza en carne viva. Soy otro mártir del conocimiento en México. Viene ahora la fase tres del operativo. Ahora voy en plan de Pípila del intelecto, o Caballero Puma, rumbo a San Ildefonso para proceder a la presentación formal de la obra que, después de estas hercúleas...

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