Germán Dehesa/ Ahí va Freud

AutorGermán Dehesa

El matrimonio es la continuación de la guerra por otros medios.

Esto lo entendieron perfectamente Clauzewits y su señora. Pero también están las tortuguitas. Está el Bucles. Está la burocracia mexicana y está la asoleadísima madre (la del Bucles; la de la burocracia es un mito genial). Todos, incluso Freud y Clauzewits, estamos en Cancún. Hay también un vaso de jugo de naranja natural. El Bucles lo mira con desconfianza infinita. Ha de sospechar que es esperma de ballena. Tómate tu juguito, dice la mamá con voz de mamá. No quiero, mami; es que no sé lo que es. Pero, m'ijito ¿nunca has visto un vaso de jugo de naranja? Sí, responde el pequeño filósofo, pero éste no lo había visto nunca (el razonamiento es impecable. Punto para Espinosa). Tómatelo te digo, si no, no vas a poder ir al mar, dice la dorada madre que ya comienza a hablar como Samuel del Villar, a ver, dale una probadita. Freud se sienta a la mesa. Trae una camisa verde PVEM con fálicas palmeras estampadas. ¡Mmmh! dice el infante que ha condescendido a probar el jugo ¿ya me puedo ir?. ¡Acábatelo!, dice la dama plenamente avillarada. Don Segismundo mueve la cabeza y saca su pipa. La burocracia azteca desciende y ocupa enteramente el alma del niño. Mamita: hagamos un trato ¿qué tal que me tomo la mitad? ¡Acábatelo! no sabes lo cansado que es estar siempre negociando todo contigo. Es que no me oyes, mamita, te digo que me tomo la mitad; ¡o ya sé! echamos un volado. ¿Un volado?, ¿un volado para qué? Freud se inyecta algo; la burocracia gana posiciones. Pues qué va a hacer; si tú ganas me tomo la mitad, si yo gano, no me tomo nada. Tómatelo todititito, dice Mater Solaris que escupe de tanta te. ¿Y el volado? Freud decide recurrir a las anfetaminas. ¡No estoy jugando!, mira a papito, ya se está poniendo de malas. A mí no me metan en su desmadre, yo ya me tomé mi jugo, proclama la paternidad responsable. ¿Ese es el apoyo que voy a tener como madre? pregunta la señora que ya no es del Villar, sino Libertad Lamarque. Freud me convida una tacha y prosigue su observación. Tengo otra mejor idea (así habla el oficial menor): nos echamos un volado y si pierdes me tomo la mitad de la mitad, si yo gano no me tomo nada. Tú ya sabes cómo es mamita cuando se enoja, dice la ñora, que ahora es Salma Hayek y rechina los considerables dientes. ¡Pues no me tomo nada! ¡¿Qué?! Que no me tomo nada, porque ya no hay nada, ya me lo acabé. En efecto, el mendiguito ya succionó todo el jugo y toda la maternal...

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