Gerardo Puertas Gómez/ Manuel y Federico

AutorGerardo Puertas Gómez

Recuerdos y promesas. La toma de posesión de Fernando Elizondo Barragán como Gobernador del Estado tiene, para mí, esas dimensiones.

Mi memoria se pobló de imágenes mientras seguía la transmisión del suceso por televisión. Inicio y cierro este texto con dos de esos episodios. Apunto, entre ambos relatos, algunos aspectos en torno al ahora mandatario.

"Vaya a otra imprenta". Respondió mi padre al funcionario de Gobierno que lo buscó en casa, un domingo por la mañana, para solicitarle con urgencia la impresión del Periódico Oficial.

Eduardo A. Elizondo había renunciado a la gubernatura y el Congreso del Estado se aprestaba a reformar la Ley Orgánica de la Universidad Autónoma de Nuevo León, atendiendo a indicaciones del Ejecutivo Federal.

Dos razones explicaron la reacción de papá: solidaridad con el amigo y fidelidad con los principios. El acto afectaba a una persona cercana e implicaba una violación a la soberanía de la entidad. Uno y otro hecho estaban por encima de cualquier consideración de carácter mercantil.

Nunca más volvió nuestro taller gráfico a recibir encargo alguno de las autoridades. Conservamos algo mucho más valioso que un buen negocio: saber que mi padre obró de acuerdo a sus convicciones.

Conozco a Fernando Elizondo desde que nací. Mi familia y la suya están unidas por antiguos lazos de cariño.

Nuestros abuelos, Manuel y Federico, crecieron juntos. La crónica apunta que, como vecinos del barrio de Catedral, el Río Santa Catarina era su patio de juegos infantiles. También narra como, ya adultos, paseaban en auto tarde tras tarde, a fin de conversar. Cuenta que discutían y disentían, pero que supieron conservar el vínculo afectivo por encima de las diferencias.

Nuestras madres, Laura y Guadalupe, son amigas entrañables desde la infancia. Nuestros padres, Eduardo y José Luis, lo son desde hace más de medio siglo. Su primo Rodrigo González Barragán y yo hemos continuado esa tradición por espacio de casi cuatro décadas.

Comparto con Fernando varias cosas: formación profesional, interés por las instituciones democráticas, gusto por el arte.

No fue mi maestro. Pero recibí su orientación y su consejo en la etapa estudiantil, desde la elección de una institución universitaria, hasta la asesoría en mi tesis profesional.

Fue mi jefe. Me dio trabajo, a los 19 años de edad, como asistente en el departamento jurídico de Alfa-División Acero. Colaboré con él, andando el tiempo, en el despacho del que es socio.

La democracia y la cultura...

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