Gabriela De la Paz / Peña y el Congreso de EU

AutorGabriela De la Paz

La visita del Presidente Enrique Peña Nieto a su homólogo estadounidense fue bastante sosa.

Seguramente se planeó pensando en que nuestro Mandatario sería recibido con aplausos en Washington por las reformas que transformarían a México en una potencia. Esa buena vibra repercutiría en la cobertura que la prensa nacional hiciera de la visita y tendría un efecto positivo también en nuestro país.

Quien escogió la fecha del encuentro, sin embargo, no tomó en cuenta (¿o sí?) que para el estadounidense promedio lo importante ayer no fue la visita de Peña Nieto, sino el inicio de actividades de un Congreso en el que los republicanos tienen el mayor número de escaños desde 1933.

Para los estadounidenses es más relevante ver cómo John Boehner, quien fue reelecto para presidir la Cámara baja, trata de liderar a los republicanos de cara a las elecciones de 2016.

Boehner casi pierde el liderazgo en el Congreso hace unos meses tras haber llegado a un acuerdo con la Casa Blanca por el presupuesto, por lo que es intrigante ver de qué manera se relaciona con un partido que ha renegado de él en el pasado.

Adicionalmente, también interesa conocer los temas sobre los que legislarán y cómo se espera que sea la carta de presentación de los republicanos en preparación a los comicios de 2016.

Sobre esto, cabe hacer notar que no dejamos de actuar en México como si los demás países fueran como el nuestro.

La planeación de la agenda fue totalmente presidencialista, sin tomar en cuenta que no se pueden lograr avances en cuestiones de migración, armas, petróleo o inversiones si no se cuenta con el apoyo del Ejecutivo y del Legislativo estadounidenses.

En la visita de ayer se ignoró, como casi siempre, a los líderes del Congreso, que tienen un papel fundamental en la relación bilateral.

Por otro lado, el "Momento Mexicano" se ha desvanecido. Las masacres de Tlatlaya y Ayotzinapa dejaron al descubierto a un Gobierno que se ha visto sobrepasado por los problemas de corrupción e inseguridad que venimos arrastrando desde hace años y que esta Administración pretendía ignorar.

El ofrecimiento de Barack Obama para ayudar en el esclarecimiento de estos crímenes puede leerse como un gesto de buena voluntad.

Pero también puede interpretarse, y sería más correcto hacerlo así, como una llamada de atención sobre la necesidad de actuar rápidamente y con justicia en estos casos.

Basta con ver el rostro adusto de Obama en las fotografías oficiales para ver que por lo menos no se siente...

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