Gabriela de la Paz / Paridad total, no migajas

AutorGabriela de la Paz

Todavía hay personas con ideas muy atávicas que creen que la política no es de la incumbencia de las mujeres. Que deberíamos contentarnos con votar y ser elegidas para algunos cargos, pero no muchos.

La igualdad en la democracia ha sido una utopía para mujeres, indígenas y otros grupos que hemos sido excluidos "naturalmente" del poder en México.

En Nuevo León los derechos políticos de las mujeres no están garantizados. Lo que detiene el pleno goce de nuestros derechos, más que un techo de cristal, es un grueso techo de cemento.

Porque, para muchos, la idea de democracia es la de Rousseau, que según Amelia Valcárcel en "El feminismo como una forma de habitar el mundo" (Tec de Monterrey/UANL, 2019), es que "la igualdad entre los varones se cimienta en su preponderancia sobre las mujeres. El estado ideal es una república en la cual cada varón es jefe de familia y ciudadano".

Aún así, como las mujeres tenemos a favor la Constitución y los principios democráticos, hemos logrado gubernaturas, diputaciones, alcaldías, senadurías y magistraturas que se han conseguido a cuentagotas.

Primero, algunas pocas que llegaron superando diversos obstáculos, pero que siempre eran relegadas en el reparto del poder de las comisiones o que podían ser sacrificadas, como Margarita Ortega Villa, candidata del PRI a la Gubernatura de Baja California en 1989, cuando se sabía que el PAN ganaría, tanto por la fuerza de la oposición, como por la necesidad de Salinas de Gortari de parecer un líder democrático.

Si Ortega ganaba, pues ganaba el PRI. Si perdía, perdía ella por ser mujer y la derrota dolía menos.

La desproporción de hombres y mujeres en el poder siempre ha sido evidente, pero no siempre ha sido vergonzosa, por lo que finalmente llegamos a la cuota de género, también en contra de los mismos partidos, que actúan como si las mujeres no tuviéramos memoria política y pudieran engañarnos constantemente.

Porque esa paridad en la presentación de candidatas y candidatos terminó en el fiasco de las "Juanitas": mujeres que eran electas al cargo, pero que renunciaban inmediatamente y eran sustituidas por hombres.

De modo que hoy, cuando está por cumplirse el plazo para realizar las reformas a nivel estatal que garanticen la paridad en todos los poderes y a todos los niveles, lo que aplica para cargos de elección y por designación, vemos un Congreso local timorato.

Tradicionalmente nos hemos enfocado en los cargos de elección popular, pero la paridad también debe aplicar...

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