Gabriela De la Paz / Llamada de auxilio

AutorGabriela De la Paz

Cuando Richard Nixon ordenó a sus colaboradores que entraran a espiar a las oficinas del Partido Demócrata en el edificio Watergate durante la campaña de 1972, pensaba que perdería la reelección porque las críticas hacia la guerra de Vietnam eran muy fuertes y parecía que no tenía nada que ofrecer a los votantes. Creía que si averiguaba las estrategias del candidato demócrata, George McGovern, podría derrotarlo de antemano.

Para su sorpresa, Nixon se reeligió con el 60.7 por ciento de los votos populares, lo que le consiguió 520 votos electorales, frente al 37.5 por ciento de votos populares y 17 votos electorales de McGovern.

Los historiadores atribuyen a esto varias causas, desde la noción de que Estados Unidos siempre reelige al Presidente cuando está en medio de una guerra, que la economía iba bien, que el viaje a China había sido un éxito porque condujo a su apertura económica, hasta que la Unión Soviética había aceptado la "coexistencia pacífica" entre las dos naciones.

Sin embargo, Nixon tenía una personalidad insegura y por ello incurrió en varios delitos con el fin de garantizarse la reelección.

Su pensamiento catastrofista le impidió darse cuenta de las divisiones al interior del Partido Demócrata y de lo arriesgado que era una candidatura tan liberal como la de McGovern. La gente votó por la opción que parecía más segura. El típico más vale malo por conocido, que bueno por conocer.

Lo mismo podría estar pasándole a Donald Trump, que tiene muchas coincidencias con Nixon, entre ellas, su obsesión por ser impredecible para sus rivales, que ya he abordado en otros artículos. Pero más que nada, su inseguridad y su tendencia a la corrupción, a doblar las normas y las leyes para favorecerse.

Trump parece creer que sólo Joe Biden puede ganarle y por eso le pidió ayuda al Presidente de Ucrania, Volodymyr Zelensky, para que averiguara los supuestos trapos sucios del ex Vicepresidente y su hijo Hunter relacionados con una compañía de gas ucraniana. O quizás sólo es el más vulnerable.

Al igual que Nixon, Trump obstruye la justicia, aunque de una manera más burda, pues directamente impide que funcionarios del Departamento de Estado y de la Casa Blanca puedan testificar ante el Congreso, un poder que está al mismo nivel que el Ejecutivo. Las consecuencias son graves, pues de salirse con la suya, sienta un precedente de que este balance está perdido para siempre.

Si el Congreso de...

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