Gabriela de la Paz / Jair Bolsonaro
Autor | Gabriela de la Paz |
Jair Messias Bolsonaro tomó posesión ayer como Presidente de Brasil y eso tiene repercusiones para Latinoamérica, especialmente para México.
Como prueba de los nuevos aires en Brasilia, ni Miguel Díaz Canel de Cuba, ni Nicolás Maduro, ni Daniel Ortega estuvieron invitados a su toma de posesión, pues Bolsonaro rechaza sus políticas y el daño que los venezolanos y los nicaragüenses han sufrido a causa de las decisiones de sus dos líderes de izquierda.
Esto es de aplaudirse, pues los líderes latinoamericanos han fallado en denunciar, condenar y aislar a quienes han provocado tremendas crisis humanitarias que no sabemos cómo acabarán y, peor aún, como se recuperarán de tantos años de deterioro.
Bolsonaro llega a la Presidencia como la cereza del pastel en la crisis de la democracia brasileña: las tres últimas personas que la han ocupado han sido acusadas de corrupción. Tras dos mandatos, Lula da Silva fue encontrado culpable de aceptar un departamento en la playa a cambio de contratos favorables para una compañía energética y actualmente cumple una sentencia de casi 10 años de prisión.
Su colaboradora y sucesora, Dilma Rousseff, fue suspendida de sus labores como Presidenta por maquillar unas cuentas del presupuesto en 2016, y su salida dio paso a la gestión de su vicepresidente, Michel Temer, que también fue acusado de corrupción, así como numerosos políticos y empresarios.
Como consecuencia del rechazo a la corrupción política, gran parte de la población votó por un ex militar que, a pesar de tener una carrera política, se presentó a las elecciones como alguien externo a los medios tradicionales de la política, y que llamó la atención desde la campaña por hacer declaraciones racistas, misóginas y populistas.
Bolsonaro pretende recuperar la grandeza brasileña por medio del regreso al autoritarismo y un cambio en la política exterior que quiere disminuir la influencia de China al acercarse más a Estados Unidos, dado que él y Donald Trump tienen personalidades y proyectos afines.
Pero este giro puede tener nefastas repercusiones para la economía local, hasta ahora dependiente del intercambio comercial con China en soya, hierro, acero, carne y madera.
Pero lo que más preocupa de Bolsonaro es su apego a los militares, entre los que ha nombrado integrantes para su vicepresidencia y un tercio de sus ministerios.
Para un país que sufrió una dictadura militar de 21 años (entre 1964 y 1985), que la Comisión de la Verdad de 2011 estimó que dejó 434...
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