Gabriela de la Paz / Después del Muro

AutorGabriela de la Paz

La caída del Muro de Berlín, que ocurrió hace 25 años, propició un cambio en el balance de poder del sistema internacional.

No sólo porque la Unión Soviética se debilitó al grado de fragmentarse a finales de 1991, sino porque alteró la distribución del poder entre el Estado, los mercados y la sociedad civil de manera permanente.

El poder del Estado ha disminuido en todos los países.

Los estadounidenses siguen pensando que su Presidente es el hombre más poderoso del mundo, pero en realidad no puede materializar sus proyectos sin el apoyo de la mayoría en el Congreso, cosa que Barack Obama ha aprendido por las malas.

Y el poder del Gobierno de Estados Unidos se ha ido diluyendo, al igual que el de Rusia, pero no así el de sus hombres y mujeres de negocios, que fijan estándares mundiales.

En México, el poder presidencial disminuyó poco a poco y, a partir del año 2000, cuando se rompió la estructura vertical de la fuerza proveniente del partido y la Presidencia, vemos que se ha incrementado el poder de los de abajo.

El Presidente ya no controla férreamente a Gobernadores, Senadores, Diputados y Alcaldes.

Los funcionarios públicos a todos los niveles, incluyendo a los oscuros funcionarios e inspectores del nivel más inferior, quedaron sin freno y exhiben un derroche de riqueza e impunidad que antes sólo se reservaba a los de arriba, como hemos visto con las "Lady Profeco", las familias de líderes sindicales y, por supuesto, la macabra pareja que gobernaba en Iguala, entre muchos otros.

La globalización, que tomó fuerza precisamente después de la caída del Muro, se puede entender como la estandarización de procesos de producción y patrones de consumo.

Así, vemos las mismas marcas, las mismas tiendas, los mismos productos a dondequiera que viajemos.

De eso, lo novedoso es ver cómo las compañías globales ya no provienen únicamente de los países desarrollados, sino que otras economías, como China y la India, se fortalecen en las regiones a las que pertenecen y de ahí comienzan su expansión.

Las nuevas tecnologías de comunicación nos vinculan en redes de contactos que significan información de patrones de consumo, de datos valiosos para las empresas con las que se configuran nuestras preferencias de deseos y futuras compras.

Los analistas Moisés Naím y Thomas P. M. Barnett coinciden en que quienes quedan fuera de este circuito de "bytes" están aislados y conforman las zonas de desconexión que -no es casualidad- corresponden a las áreas más...

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