Gabriela De la Paz/ La derrota del PRI

AutorGabriela De la Paz

Muchos periódicos en Europa compararon la derrota del PRI con la caída del Muro de Berlín o de la misma Unión Soviética. Y no es para menos. El nuestro era un régimen que pese a que oficialmente hablásemos de un partido con 71 años en el poder, en realidad se trata de una facción que llegó al poder en 1911. Incluso algunos sugerirían retroceder hasta la época de la Reforma y el triunfo de los liberales, el del presidencialista Benito Juárez, como nos hacía recordar el cuadro del Benemérito que sirvió de fondo al histórico mensaje de Zedillo el domingo pasado.

Las causas de la victoria de Fox fueron muchas, entre las cuales destaca una campaña que fue más inteligente y bien planeada de lo que parecía a simple vista. Por otro lado, aunque a algunos les duela reconocerlo, el candidato del PRI y el mismo sistema le facilitaron las cosas al ex gobernador de Guanajuato.

Primero, Labastida fue un candidato que se percibía débil, sin el carisma de Luis Donaldo Colosio y con una imagen que no acabó de convencer al electorado. Desprovisto de la amenaza que facilitara el voto del miedo, su personalidad acabó por hundirlo. En resumidas cuentas, se quedó en la tierra de nadie: sin lo bueno del viejo PRI y con lo malo de un nuevo PRI que tuvo un nacimiento fallido.

Segundo, como se ve tras las renuncias de la presidenta y el secretario general del PRI, Dulce María Sauri y Esteban Moctezuma, se cometió la torpeza de poner al partido en manos de dirigentes poco inteligentes y/o muy verdes que no supieron reconocer la necesidad de un cambio de estrategias. Como si no supieran que la mayoría de los electores oscilaba entre los 18 y los 30 años, como si no tuvieran idea de que los mismos campesinos que representaban el voto duro se identificaban más con un hombre llano y de rancho como Fox y no con un burócrata refinado como Labastida.

La dirigencia priísta mostraba sus divisiones internas. Por un lado, Sauri, quien hasta en el apellido lleva el sello jurásico de su estilo, y, por otro, Moctezuma, quien acabó cumpliendo con la leyenda del emperador que estaba en el poder gracias a triquiñuelas y fue vencido por el hombre de barba que llegó del otro lado del mar. La combinación de la vieja guardia con los tecnócratas no cuajó. Si bien las estrategias de antaño ya no funcionarían, las de los nuevos priístas requerían del apoyo total de sus correligionarios, pero la incongruencia de esta alianza produjo escepticismo hacia el nuevo PRI.

Tercero, tampoco podemos...

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